Catecismo para Niños de
Primera Comunión[1]
- Lección 26 – La Resurrección de la carne
Doctrina
¿Qué
quiere decir la resurrección de los muertos? La resurrección de los muertos quiere decir que, como Cristo resucitó,
así también nosotros resucitaremos al fin del mundo, volviendo a unirse
nuestras almas con nuestros cuerpos, para nunca más morir.
¿Resucitarán
al fin del mundo todos los hombres? Al fin del mundo resucitarán todos los hombres, los buenos y los malos;
los buenos para gozar en alma y cuerpo en el cielo, y los malos para padecer en
alma y cuerpo eternamente en el infierno.
Explicación
Jesús,
Sumo y Eterno Juez, aparece en el centro de la escena acompañado por María
Corredentora y Reina del Universo, en el Día del Juicio Final. Todos los
hombres comparecen ante Jesús para recibir de Él el pago merecido por sus
obras, libremente realizadas: para los buenos, el cielo; para los malos, el
infierno.
En esta lámina se representa la resurrección de la
carne, es decir, que el Último Día del mundo todos los hombres volverán a
resucitar con sus propios cuerpos.
Cuando vuelva Jesucristo, llamará con su poder
divino ante sí a todos los hombres, para juzgarlos a todos, presentándose no
como Jesús Misericordioso, sino como Sumo y Eterno Juez, porque el tiempo de la
Misericordia de Dios es para esta vida terrena; luego de la muerte, Dios es
nuestro Juez Supremo. En ese momento, todos los hombres oirán su voz y
resucitarán, y en la resurrección, los cuerpos de los muertos se unirán para
siempre a sus almas.
Dios quiere que el cuerpo del hombre, que es instrumento
del alma lo mismo para el bien que para el mal, participe también de la gloria
o de la pena de sus obras; y por esto en su infinito poder y sabiduría ordenó
la resurrección. Así como Jesucristo resucitó, y vive su cuerpo glorioso y
triunfante, así resucitarán todos. Como dice San Pablo: “Cristo resucitó y
nosotros resucitaremos” (1 Cor 15).
Los cuerpos de los malos reflejarán su maldad y
desesperación, mientras que los cuerpos de los hombres buenos serán gloriosos:
se parecerán al cuerpo glorioso de Jesucristo y las dotes de las que estarán
adornados (comprendidas en la palabra “casi”), serán: claridad o resplandor
(porque la gloria de Dios que los inhabita es luminosa); agilidad, o sea, una
gran facilidad para trasladarse de un lugar a otro; sutileza, o sea, poder de
penetrar cualquier cuerpo, e impasibilidad, o sea, imposibilidad de poder
sufrir (porque la gloria de Dios impide todo dolor).
Los cuerpos resucitarán en edad perfecta, y, sobre
todo los gloriosos, sin lesión ni achaque alguno, aunque hayan muerto enfermos
o lisiados.
Debemos advertir que el estado ahora del alma
separada del cuerpo en el cielo o en el infierno es un estado imperfecto,
puesto que el hombre no es el cuerpo solo ni el alma sola, sino la unión de
ambos, y durante la eternidad aparecerá como ser completo, es decir, el cuerpo
unido al alma. Si no resucitaran los cuerpos, el hombre en la eternidad
quedaría incompleto, por la razón que dijimos: porque no es ni cuerpo ni alma
solos, sino cuerpo unido al alma.
Práctica: “El mundo pasa y también sus concupiscencias; pero
el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Jn 2, 17).
Palabra
de Dios: Jesucristo dijo: “Llega
la hora en que cuantos estén en los sepulcros oirán su voz (la del Hijo de
Dios), y saldrán los que han obrado el bien para la resurrección de la vida, y
los que han obrado el mal para la resurrección del juicio” (Jn 5, 28-29). “Se siembra en corrupción
y resucita en incorrupción” (1 Cor
15, 42). “Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo
con gran poder y majestad. Y enviará sus ángeles con resonante trompeta y
reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo del cielo hasta el
otro” (Mt 24, 29ss).
Ejercicios
bíblicos: 1 Cor 15, 21; Flp 3, 21; 1 Cor 15, 42.
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