Doctrina
¿Qué
quiere decir la palabra “Amén” del Credo? La palabra “Amén” del Credo quiere decir “Así es”, “lo creo”.
Además del Credo, ¿creemos los católicos en otras verdades? Sí, además del Credo, creemos todo lo que está
contenido en la Sagrada Escritura y cuando Dios ha revelado por Jesucristo a su
Santa Iglesia Una, Católica y Apostólica.
Y para librarnos del Infierno y conseguir el cielo, ¿qué
debemos hacer? Guardar los
Mandamientos, vivir en gracia, evitar el pecado y obrar la misericordia con
todos los prójimos, sobre todo, los más necesitados (un enfermo, un pobre,
alguien que necesita un consejo, etc.).
Explicación
“Amén” es la palabra hebrea
que se ha conservado sin traducir. Esta palabra, con la que terminamos el
Credo, el Padrenuestro y otras oraciones, tiene varios significados. Al final
del Padrenuestro expresa el ardiente deseo que tenemos de que Dios nos oiga y la
firme esperanza de que nos oirá, y significa “Así sea”.
Al final del Credo
significa más bien: “Así es”, “creo cuanto acabo de decir”. La palabra “Amén”
significa ante todo certeza, estos es, ciertamente, verdaderamente,
seguramente, o sencillamente sí, lo creo, así es.
Y esto es lo que significa “Amén”
cuando comulgamos, luego de que el sacerdote, mostrándonos la Eucaristía, nos
dice: “El Cuerpo de Cristo”: decimos “Sí”, que quiere decir: “Verdaderamente es
el Cuerpo de Cristo lo que recibo en la Eucaristía por la comunión”.
La Santísima Trinidad, fuente de toda la Verdad
revelada en Jesucristo.
Vemos a la Santísima
Trinidad en el cielo, y cuando decimos “Amén” al finalizar el Credo, le estamos
diciendo a Dios: “Señor, creemos todo lo que nos revelas a través de Nuestro Señor
Jesucristo y nos enseñas a través de la Iglesia”. “Amén” significa el propósito
de creer y obrar según todo lo que en nuestras oraciones decimos, además de
manifestar nuestro deseo de que se cumpla su santísima voluntad, sobre nuestras
vidas y sobre el mundo entero.
San Francisco Javier predicando el Evangelio y
bautizando.
Un sacerdote que predica el
Evangelio de Jesucristo a hombres de lugares lejanos -es decir, que está
misionando-, es un ejemplo de cómo debemos vivir y transmitir nuestra fe a
quien no la conoce. Es lo que se llama “misión de la Iglesia a los pueblos
gentiles o paganos”.
San Denis de París, en el momento de ser decapitado.
Vemos a un mártir dando su
vida por Jesucristo: esto nos lleva a considerar hasta qué extremo debe llegar
la firmeza de nuestra fe: hasta el martirio, es decir, hasta morir por Cristo
Jesús, tal como lo hicieron innumerables santos que, si bien sufrieron
horriblemente a mano de sus verdugos, hoy gozan felices en el cielo y están
contentísimos de haber sufrido y muerto por Cristo y su religión católica. Nuestra
fe debe ser viva, firme, activa, ilustrada, esto es, saber bien lo que creemos
y las razones que nos ayudan a creer.
Práctica:
Reflexionaré sobre la palabra “Amén” y su significado, cada vez que la
pronuncie en las oraciones, pero sobre todo, cuando la pronuncie al comulgar.
Palabra de Dios: C risto
es el gran “Amén” de todas las antiguas promesas (2 Cor 1, 20). “Al que nos ama y nos ha absuelto de nuestros pecados
por la virtud de su sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes de Dios, su
Padre, a Él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. Ved que
viene en las nubes del cielo, y todo ojo le verá, y cuantos le
traspasaron; y se lamentarán todas las
tribus de la tierra. Sí, Amén” (Ap 1,
5-7).
Ejercicios bíblicos:
2 Cor 1, 20; Ap 3, 14; 1 Rey 1, 36.
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