(Ciclo A – 2013)
Como todos sabemos, cuando en el matrimonio formado por
papá-varón y mamá-mujer, nace un hijo, el matrimonio se convierte en “familia”.
Eso es lo que pasó en Nochebuena: cuando nació Jesús, el Niño Dios, el
matrimonio de San José y María Virgen, se convirtió en “familia”, y como todo
en esta familia es santo, porque todo viene de Dios, se llamó “Sagrada Familia
de Nazareth”.
Esta Familia, formada por Jesús, María y José, es la familia
más santa y más hermosa de todas las familias del mundo; nunca hubo una familia
como esta, y nunca habrá una familia que sea más santa y más hermosa, y toda
familia que quiera llegar al cielo, tiene que mirar a esta familia y tratar de
ser como ella. Los papás, tienen que mirar a San José y tratar de ser como él;
las mamás, tienen que mirar a la Virgen, y tratar de ser como Ella; los hijos,
tienen que mirar a Jesús, y tratar de ser como Él.
Para todo papá que quiera ser santo, San José es el ejemplo
a seguir, porque si bien San José era esposo solamente “legal” de la Virgen –quiere
decir que la quería solo como hermano-, la quiso mucho y la cuidó toda su vida,
siendo un esposo que siempre estuvo a su lado, trabajando para que nada le
faltara, ni a Ella ni a Jesús. San José es también ejemplo de padre, porque si
bien no era el papá “real” de Jesús –porque el Papá de Jesús es Dios-, siempre
quiso a Jesús como si fuera su hijo, sabiendo que era también al mismo tiempo
su Creador. Como papá terreno de Jesús, San José lo educó, lo cuidó, lo
protegió y le enseñó a trabajar la madera, porque Jesús fue carpintero, como
él. San José cumplió a la perfección su papel de esposo legal de la Virgen y de
padre adoptivo de Jesús, y por eso todo papá que quiera ser un esposo y padre
santo y así llegar al cielo, debe tratar de imitarlo.
Para toda mamá que quiera ser santa, la Virgen es el ejemplo
a seguir, porque si bien la Virgen era solamente esposa “legal” de San José –quiere
decir que lo quería solo como hermano-, la Virgen siempre quiso mucho a San
José y se preocupó siempre de que la casa estuviera limpia y en orden, y de que
al regresar de su trabajo, tuviera una rica comida para reparar fuerzas. Pero sobre
todo, la Virgen se destacó como Madre amantísima de su Hijo Jesús, porque lo
amó y lo cuidó desde que se encarnó en su seno virginal por obra del Espíritu Santo,
y continuó cuidándolo, protegiéndolo, alimentándolo y educándolo, durante toda
su niñez, su juventud, incluso hasta cuando Jesús ya era grande y tuvo que
salir a predicar el Evangelio de la salvación. La Virgen estuvo con Él mientras
Jesús moría en la Cruz para salvarnos, y fue la primera en recibir su visita
luego de resucitar de entre los muertos. La Virgen cumplió a la perfección su
papel de Esposa legal de San José y de Madre de Dios -porque era Madre de Jesús,
que es Dios-, y por eso toda mamá que quiera ser esposa y madre santa y así
llegar al cielo, debe imitarla.
Para todo hijo que quiera ser santo, Jesús es el ejemplo a
seguir, porque vivió a la perfección el Cuarto Mandamiento de la Ley de Dios: “Honrarás
padre y madre”. Como hijo que amaba locamente a sus padres, jamás les dio un
disgusto, jamás les desobedeció, jamás les contestó mal, y no solo eso, sino
que siempre los amó hasta el extremo, siendo en todo momento amoroso y
respetuoso. El motivo es que Jesús amaba a sus papás de la tierra, así como
amaba a su Papá del cielo, Dios Padre, y como el que ama desea lo mejor para
aquél a quien ama, fue por amor que no solo nunca les levantó la voz, sino que
siempre los trató con el mayor de los cariños. Para todo hijo que quiera ser santo,
santificándose en el amor a los padres, y así llegar al cielo, lo único que
tiene que hacer es mirar a Jesús y tratar de ser como Él.
Todos los papás, las mamás, los hijos, de todas las familias
del mundo, que quieran ser santos y llegar al cielo, tienen que mirar a la
Sagrada Familia de Nazareth y tratar de ser como ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario