Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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viernes, 6 de marzo de 2015

El Evangelio para Niños – Jesús echa a latigazos del templo a los mercaderes



(Domingo III – TC – Ciclo B – 2015)

         En este Evangelio, Jesús echa a latigazos del templo, a unos señores que vendían bueyes, ovejas y palomas y a otros que cambiaban monedas. ¿Por qué Jesús hace esto, si Jesús es bueno? Porque el hecho de que Jesús sea bueno, no quiere decir que tenga que dejar que la Casa de su Papá, la Iglesia, sea convertida en una casa de comercio. La Iglesia es una casa de oración y no puede ser convertida en lugar para vender y comprar animales y cambiar dinero, y por eso Jesús se enoja y hace un látigo para echar a los mercaderes. Lo que tenemos que saber es que cuando Jesús se enoja, como en este caso, no comete un pecado, porque Él es Dios, y Dios no comete pecados, porque es santo; su enojo se llama “la Ira santa de Dios”, y es siempre justa; en cambio, cuando nosotros nos enojamos, sí cometemos pecado, porque no somos santos, como Dios.

         Otra cosa que tenemos que saber es que nuestra alma y nuestro cuerpo son también templo de Dios, porque fueron creados por Dios y santificados por la Sangre de Jesús, para que en nuestros cuerpos fuera a vivir el Espíritu Santo. Pero el Espíritu Santo no puede ir a vivir si nuestro cuerpo, templo de Dios, está ocupado por las pasiones, como la ira, la pereza, el egoísmo, la vanidad, o cualquier otra pasión, o si nuestro corazón, que debe alojar a Jesús Eucaristía, está interesado por las cosas materiales o por el dinero. Cuando esto sucede, Jesús se enoja, como en el pasaje del Evangelio de hoy, y se queda fuera de nuestros corazones. Le pidamos a la Virgen, la Mamá de Jesús, que nos ayude a sacar de nuestros corazones, todo lo que no sea del agrado de Jesús, para que Jesús pueda entrar en nuestros corazones y ser adorado y amado como lo merece, por ser el Cordero de Dios en la Eucaristía.

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