(Domingo
XXVII – TO – Ciclo C - 2016)
“Si tuvieran fe como un grano de mostaza, ustedes le dirían
a esa morera que se plante en el mar y ella lo haría” (Lc 17, 3-10). Al decirnos esto, Jesús quiere hacernos ver cuánto
poder tiene nuestra fe en Él como Hombre-Dios: si nuestra fe fuera al menos del
tamaño de un grano de mostaza –que es muy pequeñito-, seríamos capaces de mover
un árbol y plantarlo en el mar, es decir, seríamos capaces de obrar milagros. En
realidad, esto es lo que hicieron los grandes santos: hicieron milagros en el
Nombre de Jesús, como por ejemplo, San Juan Bosco, que una vez que no había
suficiente pan para sus alumnos, hizo que se multiplicaran y alcanzó para
todos. También nosotros, si tuviéramos fe, aunque sea muy pequeña, del tamaño
de un grano de mostaza, seríamos capaces de obrar milagros.
Pero es evidente que no podemos mover un árbol, y ni
siquiera una hoja. ¿Eso quiere decir que mi fe es muy pequeña? En realidad, no
es necesario hacer milagros ni mover árboles, para saber cómo es nuestra fe. Podemos
hacer una prueba muy sencilla, sin necesidad de hacer milagros: por ejemplo, si
Jesús en el Evangelio me dice: “Honra a tu padre y a tu madre”, pero yo les
contesto mal, o desobedezco, o miento, entonces mi fe es muy, pero muy pequeña;
si Jesús dice: “Santificarás las fiestas”, pero yo falto a Misa por pereza, sin
hacer caso a lo que Jesús me dice, entonces mi fe es muy pequeña; si Jesús
dice: “Ama a tus enemigos”, pero yo guardo enojo con un prójimo que me hizo un
daño, entonces, mi fe es mucho más pequeña que un grano de mostaza; si Jesús me
dice: “Carga la cruz de cada día”, pero yo no quiero cargar la cruz, porque me siento
a gusto con el hombre viejo, que se deja llevar por las pasiones, entonces mi
fe es más pequeña que un grano de mostaza.
“Si tuvieran fe como un grano de mostaza, ustedes le dirían
a esa morera que se plante en el mar y ella lo haría”. No hace falta, entonces,
trasplantar un árbol en el mar, para saber si mi fe es o no grande. Si cumplo
los Mandamientos de Jesús, entonces mi fe es grande, porque tiene más fuerza
que la que se necesita para arrancar un árbol y plantarlo en el mar: si cumplo
los Mandamientos de Jesús, quiere decir que mi fe tiene la fuerza misma del
cielo que se necesita para cambiar mi corazón, para que deje de amar las cosas
del mundo, y comience a amar a Dios, con todo el amor del que sea capaz.
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