(Domingo
XXIV - TO - Ciclo A – 2017)
“Perdona setenta veces siete” (Mt 18, 21-35). Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces tiene que perdonar
a quien lo haya ofendido. Le pregunta si es suficiente con perdonar “hasta
siete veces”, porque pensaba que eso era suficiente. Entonces, si tenía que
perdonar hasta siete veces, quería decir que a la vez número ocho, ya podía
actuar contra su prójimo, aplicando la ley del Talión: “Ojo por ojo y diente
por diente”.
Pero Jesús lo sorprende al responderle que no basta con
perdonar siete veces, sino “hasta setenta veces siete”, lo cual no quiere decir
“seiscientas cuarenta veces”, sino “siempre”.
¿Por qué tenemos que perdonar siempre?
Para encontrar la respuesta, tenemos que mirar a Jesús
crucificado. En la Cruz, Jesús se interpone entre la Ira de Dios, desencadenada
por nuestros pecados, y nosotros. Es decir, Él recibió el castigo que todos y
cada uno debíamos recibir, en justicia, y así lo dice el profeta Isaías: “Fue
herido por nuestros pecados”. Cuando contemplemos a Jesús crucificado, con su
corona de espinas, con sus manos y pies clavados a la cruz por gruesos clavos
de hierro, con sus heridas sangrantes, con todo el dolor que estar en la cruz
supone, pensemos que así debíamos estar nosotros, delante de Dios, para siempre,
y que Él se ofreció a sufrir la cruz, para que nosotros no fuéramos castigados.
Pero no solo nos perdonó nuestros pecados, sino que nos dio el Amor de Dios, el
Espíritu Santo, que se derramó sobre nuestras almas con la Sangre que brotó de
su Corazón traspasado.
Entonces, así como Jesús nos perdonó a cada uno de nosotros,
hasta la muerte de cruz, y además de perdonarnos nos dio el Amor de su Corazón,
el Espíritu Santo, así tenemos que hacer nosotros, “siempre”.
Cuando alguien nos hace un daño, por grave que sea, jamás
tenemos que pensar en venganza, porque eso desagrada mucho a Dios; tenemos que
acordarnos de lo que la Virgen nos dice: “Hagan lo que Él les diga”. ¿Y qué nos
dice Jesús que tenemos que hacer cuando alguien nos ofende? “Perdona setenta
veces siete”, es decir, “siempre”, porque Yo te perdoné para siempre desde la
cruz. Si yo te perdoné para siempre, tú perdona siempre a tu prójimo”. Así, vamos
a estar haciendo lo que Él nos dice: “perdona setenta veces siete”, “ama a tus
enemigos”. Y así, imitaremos a Cristo, que es perfecto, y seremos “perfectos,
como nuestro Padre del cielo”.
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