Hemos vivido la Semana Santa, en la cual hemos participado
de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
¿Qué quiere decir “resurrección”? ¿Qué importancia tiene
para mi vida personal?
Primero, recordemos lo que pasó el Viernes Santo: Jesús
estuvo en la cruz desde las doce del mediodía hasta las tres de la tarde. A las
tres de la tarde, como consecuencia de toda la sangre que había perdido a causa
de las heridas, y porque ya no podía respirar más porque estaba colgado de la
cruz, Jesús murió. Esto quiere decir que su Alma se separó de su Cuerpo; con su
Alma, unida a Dios, bajó al Limbo de los justos, para rescatar a los santos del
Antiguo Testamento y llevarlos al Cielo y nos abrió las puertas del Reino de
los cielos, que estaban cerradas para nosotros por causa del pecado de Adán y
Eva. Con su Cuerpo unido a Dios, Jesús quedó en el Santo Sepulcro y ahí nos
quedamos nosotros, de rodillas, contemplando lo que pasa. Ahí estaba todo
oscuro y todo en silencio. Jesús estaba muerto, tendido en la loza y cubierto
con la Sábana Santa. Así pasó todo el Viernes Santo y todo el Sábado Santo.
Entonces, el Domingo por la madrugada, a la altura del Corazón de Jesús,
comenzó a brillar una luz pequeñita al inicio, pero que se fue haciendo cada
vez más grande y comenzó a expandirse por todo el Cuerpo de Jesús; a medida que
la luz corría por el Cuerpo de Jesús, volvía a la vida y así, cuando llegó a su
Corazón la luz, su Corazón comenzó a latir, con mucha fuerza y ahí fue cuando
Jesús, volviendo a la vida, con su Cuerpo lleno de la luz de Dios, se puso de
pie en el Santo Sepulcro, venciendo a la muerte, al demonio y al pecado.
Entonces, si antes en el Santo Sepulcro estaba todo a
oscuras y en silencio, ahora estaba todo iluminado, como si hubiera mil soles
juntos, porque era la luz de Dios que salía del Cuerpo glorioso de Jesús y si
antes estaba todo en silencio, ahora se
escuchaba el latido del Corazón de Jesús, que había vuelto a latir y que se
hacía escuchar por todo el Sepulcro. También comenzaron a escucharse cantos de
los ángeles de Dios, que se alegraban y le cantaban contentos a Jesús, porque
había resucitado.
Así fue la Resurrección de Jesús: su Cuerpo, que estaba
muerto, sin vida, en el Santo Sepulcro, ahora estaba vivo, resplandeciente,
luminoso, de pie y es así como está ahora en el Cielo, adonde lo adoran los
ángeles y los santos.
¿Y cuál es la importancia para mi vida? Es muy importante,
porque el mismo Jesús que está resucitado en el Cielo, es el mismo Jesús que
está resucitado en la Eucaristía y cuando yo recibo la Eucaristía, recibo la
vida de Dios que está en el Corazón de Jesús. Y así, viviendo todavía en esta
vida de la tierra, ya empiezo a vivir la vida del Cielo, una vida que es para
siempre y en donde no hay tristeza, ni dolor, ni enfermedad, ni muerte, sino
alegría y felicidad para siempre. Entonces, si yo quiero vivir en el Cielo para
siempre, tengo que recibir a Jesús resucitado en la Eucaristía, hasta el último
día de mi vida, para seguir viviendo para siempre en el Cielo.
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