(Homilía para niños y jóvenes del Colegio La Asunción de Leales, Tucumán, Argentina)
Cuando vemos el origen de las banderas de otros países, vemos
que en las banderas sus creadores han tenido la intención de destacar algún
aspecto característico del lugar –como por ejemplo, la bandera de Ucrania, el
celeste simboliza el cielo y el amarillo los campos de trigo, ahora
bombardeados por los comunistas rusos-, o las banderas de países árabes, en
donde se colocan imágenes de palmeras, características de esos lugares. En otros
casos, simbolizan algún hecho histórico. Sin embargo, ninguna de las banderas
del mundo tiene el origen de la Bandera Argentina: la Bandera Argentina, con
sus colores celeste azul y blanco, no simbolizan el cielo cósmico, sino que son
una prolongación del Manto celeste azul y blanco de la Virgen Inmaculada de
Luján. Esto no lo inventamos nosotros, sino que así lo dice la historia: entre
otros datos, un historiador cita al hermano del General Belgrano, el Sargento
Carlos Belgrano, quien dijo que su hermano –el General Belgrano- “había
decidido que la Bandera de la Nación Argentina llevara los colores del Manto
celeste y blanco de la Virgen Inmaculada, de la cual era ferviente devoto”. Esto
quiere decir que Belgrano hizo acto de devoción a la Virgen al crear la Bandera
y la quiso honrar, disponiendo que la bandera de nuestra Nación llevara los
colores del Manto de la Inmaculada Concepción. Él era muy devoto de la Virgen, estaba
consagrado a la Virgen, pertenecía a una cofradía de la Inmaculada Concepción,
hacía celebrar la Misa para el Ejército Argentino y a cada soldado le hacía
imponer el Escapulario de la Virgen del Carmen, además de hacerlos rezar el
Rosario.
Esto
es muy importante saberlo, porque la Bandera Argentina viene de Dios, porque
fue Dios quien inspiró al General Belgrano para que la Bandera Argentina llevara
los colores del Manto celeste y blanco de la Virgen Inmaculada. Por esta razón,
Nuestra Bandera Nacional jamás podrá ser reemplazada con una trapo multicolor,
ni con un trapo rojo, ni con ningún otro color de ninguna otra bandera, porque
los argentinos jamás cambiaremos nuestra Bandera Nacional, el Manto de la
Virgen Inmaculada, por ninguna otra bandera y si alguien hiciera eso, cometería
una grave falta contra Dios y contra la Patria y tendría que pedir perdón por
ese acto de atrevimiento.
Como vemos, entonces, nuestra Bandera Nacional no solo es
única en el mundo, sino que es la más hermosa del mundo, porque son una
prolongación del Manto celeste y blanco de la Virgen Inmaculada Concepción. Por
eso, como decía Liniers a sus soldados antes de salir a luchar contra los
invasores ingleses, “besar la Bandera es como besar el Manto de la Virgen” y
nosotros podemos decir que besar el Manto de la Virgen es besar nuestra Bandera
Nacional Argentina. Éste es el verdadero y único origen de nuestra Bandera
Nacional, el Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario