El Viernes Santo es un día muy triste para la Iglesia,
porque Jesús muere en la Cruz. Para darnos cuenta cuánto de triste es este día, imaginemos como si se
apagara el sol –no que hubiera un eclipse, sino que se apagara el sol, que ya
no brillara nunca más, y que se convirtiera en una estrella enana, fría y sin
luz-: el mundo estaría todo a oscuras, no podría verse casi nada; la
temperatura bajaría a
¿Por qué es así el Viernes Santo? Porque Jesús es la “luz
del mundo”, que vence a las tinieblas y a los que viven en las tinieblas, que
son los ángeles caídos; es el Cordero que es la “lámpara de la Jerusalén
celestial”, que con su luz divina ilumina y da vida a los ángeles y santos en
el cielo; es el “Sol de justicia”, que alumbra y calienta las almas con el Amor
de Dios, y si Él no está, entonces todas las almas mueren de frío y se quedan
en la oscuridad, porque les falta el Amor del Sagrado Corazón de Jesús.
Jesús
es para los hombres como el sol a los planetas: así como el sol calienta y da
luz y vida, así Jesús, Sol de Amor infinito, da luz, calor, amor y vida eterna
a las almas a las que ilumina. Y así como si falta el sol, la tierra se pone
oscura y fría y las plantas no crecen y los animales se mueren, así también, si
falta Jesús, como en el Viernes Santo, las almas se vuelven oscuras y frías y
también mueren, porque no tienen ni la luz ni el calor del Amor de Dios.
Esto
es lo que sucedió el Viernes Santo: murió Jesús en la Cruz, se apagó el Sol de
justicia, dejó de alumbrar la luz del mundo, la luz de Dios, y todos los
hombres quedaron envueltos en sombras muy pero muy oscuras, sombras malas,
porque son sombras en donde viven los ángeles rebeldes, los que fueron echados
del cielo por San Miguel Arcángel y los ángeles de luz.
El
Viernes Santo es un día muy triste para la Iglesia, y sobre todo para la Mamá
de Jesús, la Virgen, que está al pie de la Cruz llorando por su Hijo Jesús.
Pero
es también un día de esperanza, y también de alegría, porque la Virgen María
sabe que Jesús va a resucitar al tercer día, el Domingo. Y por eso la Virgen,
mientras llora, reza, y mientras reza canta y se alegra, esperando volver a ver
vivo a Jesús, esta vez para no separarse más. Mientras tanto, hasta que llegue
el feliz día de la Resurrección, la Virgen de los Dolores, al pie de la Cruz,
llora, reza, canta y, con serena alegría, espera.
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