¿Qué entendemos los católicos,
generalmente, por “catequesis”?
-Una especie de “educación religiosa” que se imparte en las
parroquias.
-Una materia sin ninguna importancia teórica ni práctica,
afectiva ni espiritual.
-Una pérdida de tiempo: es más provechoso que los niños asistan
a rugby, fútbol, boy scotuts, etc.
-Un complemento, cada vez menos importante, de la educación humanista
y científica, que los niños reciben en la educación laica.
-Un conocimiento de escaso valor en un mundo dominado por la
ciencia, la técnica y la tecnología. De nada sirve rezar, si el hombre es capaz
de inventar celulares de última generación y Play Station cada vez más
sofisticadas.
-Un cúmulo de conocimientos ligeros sobre religión
cristiana, que de nada sirven para la vida real de todos los días.
-Para los niños, una insoportable y pesada carga horaria,
que se suma a las de la escuela, con la diferencia de que la Catequesis es más “aburrida”.
-Para los padres, un compromiso inexistente, puesto que no
acuden nunca o casi nunca a las reuniones de padres, ya que siempre tienen
otras cosas “más importantes”, “más interesantes”, “más divertidas”, para
hacer.
Qué es la catequesis en realidad:
Para el que enseña
Catequesis, es una de las obras de misericordia espirituales más importantes,
porque enseña las verdades más importantes de la vida, las verdades necesarias
para la salvación eterna.
Para el que recibe
la Catequesis, es el conocimiento más importante de todos los conocimientos que
pueda alcanzar en toda su vida. Aún si la persona aprendiera toda la ciencia
del mundo, este conocimiento no sería ni la sombra de la Sabiduría celestial
que adquiere por la Catequesis, porque se trata de una sabiduría celestial que
nos hace conocer al Hombre-Dios Jesucristo y su misterio pascual de muerte y
resurrección, por el cual salva a toda la humanidad.
La Catequesis es una sabiduría que nos enseña cómo abrir y
cerrar puertas: abrir las puertas del cielo y cerrar las puertas del infierno,
para nosotros y para muchas almas. Abrimos las puertas del cielo si hacemos lo
que aprendemos en la Catequesis, porque es una guía práctica de salvación, en
donde conocemos todo lo que tenemos que hacer para salvarnos: asistir a misa
los Domingos, confesarnos, rezar, obrar la misericordia, ser santos. Conocemos todo
lo que tenemos que hacer para cerrar las puertas del infierno: evitar el pecado
y toda clase de mal, vivir la vida de la gracia.
Por
último, la Catequesis es una sabiduría celestial porque todo lo que la
Catequesis enseña y a lo que la Catequesis nos conduce, está en la Cruz y en el
Sagrario. Por eso, el que quiera aprender el Catecismo, y el que quiera repasar
el Catecismo, si ya lo aprendió, debe contemplar la Cruz y arrodillarse frente
al Sagrario. Sólo así podremos aprender y vivir toda la Sabiduría celestial que
nos enseña la Catequesis.
Consejos prácticos para la
Catequesis Familiar:
-Los
padres deben ser los primeros catequistas de sus hijos. No puede ser que los
niños aprendan recién a hacer la señal de la Cruz, en la Catequesis. No puede
ser que los niños vengan al Catecismo y no sepan el Padrenuestro, el Avemaría,
el Gloria, el Credo, las oraciones al Ángel de la Guarda, o las oraciones de
bendiciones. Los padres tienen que enseñar a orar a los niños incluso desde
antes que empiecen a leer o escribir.
-La
familia es, según los Padres de la Iglesia, la “iglesia doméstica”: los padres
cumplen la función del sacerdote, en el sentido de acercar a los niños a Dios,
con el ejemplo de vida, de bondad, de paciencia, de caridad, enseñando a rezar
y a obrar el bien con todos.
-La
familia debe tener un lugar en el hogar, especialmente reservado para ello, en
donde padres e hijos hagan oración: un altar, iluminado, con flores, con las
imágenes de la Virgen, de Jesús, de San Miguel Arcángel, de los santos.
-La
Biblia debe ser leída con frecuencia y meditada, y esto lo deben enseñar los
padres con el ejemplo, siendo los primeros en acudir a la lectura y meditación
de la Palabra de Dios.
-La
familia debe consumir cada vez menos televisión, menos internet, menos celulares,
menos Play Station, menos fútbol,
menos política, y más lectura de vida de santos y películas católicas (vidas de
santos, apariciones de la Virgen, etc.).
-El
Domingo debe ser el día más importante de toda la semana, por ser el Día de la
Resurrección de Jesús, y la Misa debe ser la actividad más importante del
Domingo, por ser la renovación sacramental del sacrificio en Cruz de Jesús.
-Esto
no quiere decir que “todo tiene que estar bien”, humanamente hablando, para que
la familia acuda a Misa. La Santa Misa debe ser la actividad familiar y
personal más importante de la semana, no sólo cuando humanamente “todo está en
orden”, sino también -y sobre todo- en momentos de tribulación, de angustia, de
dolor, de enfermedad. En la Misa está la fuente de la alegría, de la paz, del
Amor y de la felicidad de la familia. Abandonar la Misa por el mundo es elegir
la tristeza del mundo por la alegría de Dios, la paz de Dios por la guerra del
mundo, el amor de las cosas mundanas por el Amor de Dios. En cada Santa Misa,
Dios Padre nos da todo lo que posee y lo que más ama, su Hijo Jesús en la
Eucaristía, su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad, y por eso es una
afrenta y un desprecio a su Amor que dejemos la Eucaristía abandonada en el
altar, para mirar televisión o pasear.
-Los
padres deben invitar a sus hijos a rezar el Rosario, y los hijos deben
responder con amor y prontitud a esta invitación, porque por el Rosario
descienden todas las gracias y bendiciones del cielo, necesarias para que la
familia en pleno se salve y alcance el Reino de los cielos, su destino final.
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