(Domingo
XI – TO – Ciclo C –
2013)
El Evangelio de hoy nos cuenta lo que pasó una vez, cuando una
mujer, llamada María Magdalena, se arrodilló delante de Jesús y lloró tanto,
que con sus lágrimas lavó los pies de Jesús y después los perfumó con un perfume muy rico, que costaba mucho dinero.
¿Por qué hizo esto María Magdalena? Porque ella amaba mucho
a Jesús y le estaba muy agradecida, porque Jesús la había salvado de morir
apedreada -María Magdalena, antes de conocer a Jesús, había sido muy pecadora,
y en esos tiempos castigaban así el pecado y por eso la querían apedrear-, pero
además le había expulsado siete demonios que tenía en su cuerpo y -lo más importante de todo- le había perdonado todos sus pecados. Por estas dos
cosas, María Magdalena amaba mucho a Jesús, porque ella sabía que Jesús no era
un ser humano como cualquier otro, sino que era Dios Hijo en Persona, y por eso
se arrodilla delante de él, llora sus pecados y derrama perfume en sus pies.
Esto que hace María Magdalena con Jesús, lo tenemos que
hacer también nosotros con Jesús en la Eucaristía: para recibirlo en la boca,
tenemos que arrodillarnos y adorarlo, reconociendo así que en la Eucaristía
está Presente realmente Jesús, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad;
al igual que María Magdalena lloró y lavó los pies de Jesús con sus lágrimas,
que eran muchas porque ella estaba muy arrepentida de sus pecados, así también
nosotros, para comulgar, tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados y
derramar lágrimas, que no importa que no sean de agua, de esas que salen de los
ojos y corren por las mejillas; más importante, es que sean lágrimas del
corazón, lágrimas que laven el polvo y la tierra que lo cubren, para que la
gracia de Jesús lo llene de su santidad y su bondad; y también, igual que María
Magdalena derramó perfume en los pies de Jesús, así nosotros, antes de comulgar, tenemos que derramar
nuestro corazón a los pies de Jesús, para Él los perfume con el perfume
exquisito de su gracia.
María Magdalena nos enseña entonces a comulgar.
La Biblia dice, mujer pecadora, no dice María Magdalena. Habría que ser más cuidadosos con las relaciones que hacemos entre los textos bíblicos y no dar por sentadas cosas que no tienen mayor fundamento.
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