Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

domingo, 30 de junio de 2013

El Evangelio para Niños: “¿Quieres que hagamos bajar fuego del cielo?”

         (Domingo XIII – TO – Ciclo C – 2013)
         Una vez Jesús iba caminando hacia Jerusalén, porque Él quería cuanto antes subir a la Cruz para ofrecerse en sacrificio por nuestra salvación. Junto con Él iban sus amigos, y entre ellos, Santiago y Juan. En el camino, pasaron por un pueblo de samaritanos, que cuando se enteraron que iban a Jerusalén, no los quisieron recibir, porque los judíos y los samaritanos estaban peleados.
         Entonces, Santiago y Juan se enojaron mucho y le dijeron a Jesús: “Jesús, ya que estos samaritanos no nos quieren recibir, porque son nuestros enemigos, ¿querés que hagamos bajar fuego del cielo para que queden todos cocinados?”. Cuando Santiago y Juan le dijeron eso a Jesús, Él se sintió muy apenado, y a pesar que no quería hacerlo, los retó, porque Santiago y Juan, a pesar de que pasaban mucho tiempo con Jesús y escuchaban todas sus enseñanzas, no habían aprendido cuál era la enseñanza principal de Jesús: el amor. Jesús les había dicho: “Amen a Dios y a su prójimo, y amen también a sus enemigos, como Yo los amo, hasta la muerte de cruz”. Santiago y Juan no habían entendido qué quería decir: “Amar a los enemigos”, y todavía seguían con la ley del Talión, que mandaba devolver “ojo por ojo y diente por diente” al enemigo que había hecho un daño. Pero con Jesús esa ley, la ley del Talión, ya no va más: ya nunca más hay que devolver mal con mal; ahora, Jesús nos dice que hay que amar y bendecir a los que nos hacen algún daño y que incluso tenemos que rezar por ellos. Esta es la ley nueva del amor que ha venido a traer Jesús, y es la ley que Él nos da desde la cruz, y se aprende solo quedándose arrodillados al pie de la cruz.
         Si hay que amar a los enemigos, ¿cuál tenía que ser el pedido de Santiago y Juan? Tenían que pedirle a Jesús que baje fuego del cielo, pero no el fuego que quema y destruye y provoca dolor, sino el fuego del Espíritu Santo, el Fuego del Amor de Dios, que quema los corazones sin provocar dolor, y los llena de amor, de paz y de alegría del cielo. Si se hubieran acordado lo que Jesús les había enseñado, que tenían que amar a los enemigos, Santiago y Juan tendrían que haber dicho: “Jesús, estos samaritanos son nuestros enemigos, y no han querido recibirnos porque vamos a Jerusalén. ¿Quieres hacer bajar fuego del cielo, el Fuego del Amor de Dios, para que encienda sus corazones en el Amor divino, y así sean nuestros amigos y hermanos para siempre?”. Eso mismo tenemos que pedirle nosotros a Jesús, para aquellos que son nuestros enemigos: que el Espíritu Santo, que es Fuego de Amor, encienda sus corazones y los nuestros, para que todos vivamos en el Amor de Dios, el Amor que Jesús nos da desde la Cruz.

         

No hay comentarios:

Publicar un comentario