(Domingo
XVI – TO – Ciclo B - 2015)
Jesús ve a la gente que parece “como ovejas sin pastor” y
siente tristeza (cfr. Mc 6, 30-34).
¿Por qué siente tristeza Jesús por esta gente?
Para saberlo, veamos qué le pasa a las ovejitas cuando no
tienen pastor: no saben dónde ir para conseguir pastos verdes y agua fresca y
un lugar para descansar, porque el pastor lo que hace, es guiarlas con su
cayado a un buen lugar, así ellas puedan alimentarse, beber agua, descansar y
luego regresar al redil, a la casita de las ovejas. Entonces, las ovejitas sin
pastor sienten hambre, sed y cansancio, porque no hay un pastor que las guíe. Pero
hay otra cosa que les pasa a las ovejas: están solas y no se pueden defender,
entonces los asaltantes y ladrones de ovejas, vienen y se roban todas las que
encuentran, y por eso las ovejitas tienen miedo. Y hay otra cosa más todavía:
cuando no hay pastor, no hay perro guardián –generalmente son los ovejeros
alemanes los que cuidan a las ovejas- y entonces se acerca el lobo, que siente
en el aire el olor a las oveja y viene para devorárselas a todas, con sus
colmillos largos, gruesos y afilados, que trituran la carne tierna de las
pobres ovejitas. Otra cosa que les puede pasar a las ovejitas sin pastor, es
que se caigan por el barranco, quebrándose sus patitas y quedando a merced del
lobo, que las ataca sin piedad, porque no puede escapar para defenderse.
Esas ovejitas somos nosotros, cuando estamos sin Jesús,
porque Jesús es el Buen Pastor, Él es el Sumo y Eterno Pastor, que nos conduce,
con el cayado de la cruz, a un lugar en donde hay algo más hermoso que pastos
verdes, agua fresca, y un lugar para
descansar: con el cayado de la cruz, Jesús nos conduce al Reino de los cielos,
a la Casa de su Papá, que también es nuestra casa. También, como Buen Pastor
que es, Jesús impide que caigamos en el barranco, porque Él nos conoce y nos
llama por nuestro nombre, y cuando ve que estamos por acercarnos a un peligro,
nos llama por nuestro nombre, para que no sigamos en esa dirección. Además,
Jesús, con el cayado de su cruz y con su sacrificio en cruz, vence al Lobo del
infierno, el demonio, y ahuyenta a los falsos pastores, que solo quieren
aprovecharse de la lana y de la carne de las ovejas.
Y finalmente, Jesús hace otra cosa: se pone a “enseñarles” a
las ovejas sin pastor, dice el Evangelio. ¿Y qué les enseña? Que Él es el
Hombre-Dios, que ha venido para dar su vida en la cruz por todos y cada uno de
nosotros; que está Presente en la Eucaristía, esperando que lo vayamos a
visitar, y que Él, como Buen Pastor que es, nos conduce, con el cayado de la
cruz, a un lugar hermoso, más allá de las estrellas, más allá de esta vida, y
es la Casa de su Papá, el Reino de los cielos, en donde reina el Amor y la Paz
de Dios. Jesús, Buen Pastor, nos enseña el camino a la vida eterna y ese camino
es a través de su cruz.
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