Doctrina
¿Quién es Jesucristo?
Jesucristo es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo eterno de
Dios Padre, que naciendo milagrosamente de la Virgen María, se hizo hombre sin
dejar de ser Dios y esa es la razón por la cual es el “Hombre-Dios”. Jesucristo
es el Salvador del mundo, el Mesías anunciado en el Antiguo Testamento; en Él
se cumplen todas las profecías, siendo el enviado de Dios para redimir a la
humanidad y conducirla al Reino de los cielos.
¿Para qué se hizo hombre el Hijo de
Dios?
1. El
Hijo de Dios se hizo hombre para redimirnos del pecado, para salvarnos del
mundo y de la “condenación eterna” (cfr. Misal
Romano, Plegaria Eucarística I)
y para donarnos la vida divina de la gracia.
-Para
redimirnos del pecado: “Jesucristo vino a este mundo a salvar a los
pecadores” (1 Tim 1, 15); “Recibid el Espíritu Santo (…) a los que
perdonen los pecados, les serán perdonados; a los que se los retengan, les serán
retenidos” (Jn 20, 23).
-Para
salvarnos del mundo y de la condenación eterna: “Jesús ha venido para
destruir las obras del demonio” (1 Jn
3, 8); “Id y anunciad el Evangelio a todas las naciones; el que crea y se
bautice, se salvará, pero el que se niegue a creer, se condenará” (Mc 16, 16).
-Para
donarnos la vida divina de la gracia: “Yo he venido para que las almas
tengan vida” (Jn 10, 10); “El que
coma de este Pan tendrá vida eterna” (Jn
6, 51).
2.
El Hijo de Dios también se hizo hombre para anunciarnos el Reino de Dios: “El Reino de Dios está cerca;
arrepentíos y creed en el Evangelio” (Mc
1, 15). Pero Jesús no solo nos anunció que el Reino de Dios está cerca, sino
que nos mostró el Camino para ir hacia ese Reino, que es Él mismo: “Yo Soy el
Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,
6) y nos dio la gracia santificante, que nos permite no solo imitarlo, sino ser como Él: “Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29).
Nota: es muy importante saber que
Jesús es una Persona histórica –es decir, que existió real y verdaderamente- y
que por lo tanto, NO ES un “invento” de las comunidades primitivas cristianas. Toda
su vida está documentada por la Sagrada Escritura –que, en este sentido, es un
libro de historia-. Puesto que es un ser real y no ficticio o imaginario,
podemos saber acerca de toda su vida, leyendo los Evangelios. Según estos, nació
en Belén –que significa “Casa de Pan”- milagrosamente de la Virgen María –que por
ese hecho se convirtió en Madre de Dios, sin dejar de ser Virgen-, en tiempos
del rey Herodes (Mt 2, 1) y pasó 30
años de vida oculta, pobre y laboriosa, en Nazareth (Lc 3, 23) y durante ellos
fue un hijo ejemplar, obediente a sus papás terrenos, San José y la Virgen María,
“creciendo en edad, sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52), en el sentido de que cada día
daba más muestras al exterior de la ciencia y virtud divinos que poseía, por
ser Él la Segunda Persona de la Trinidad. A los 30 años comenzó su vida pública
de predicación, recorriendo los pueblos de Palestina, el actual Israel y
confirmando su doctrina -que Él era Dios Hijo-, con milagros: “Si no me creéis
a Mí, al menos creed las obras que hago” (Jn
10, 38; Jn 14, 20).
Explicación
de las imágenes:
En esta imagen, vemos a Jesús predicando, como lo dice el
Evangelio: “Jesús se compadeció de la gente, porque eran como ovejas
sin pastor (…) estuvo enseñándoles un largo rato” (Mc 6, 30-34). A diferencia
de los fariseos y de los doctores de la ley, Jesús cautiva a sus oyentes,
porque “habla como quien tiene autoridad”, porque Él es la “Sabiduría de Dios
Encarnada”. En la figura, señala con el índice hacia el cielo, indicando que es
de donde Él ha venido, e indicando la procedencia de su sabiduría. Sólo Jesús
tiene “palabras de vida eterna”, y es la razón por la cual, quienes lo
escuchan, como los que aparecen retratados en la escena, quedan profundamente
conmovidos, porque la Palabra de Dios llega a lo más profundo del ser del
hombre. Todos están atentos a las enseñanzas de Jesús; hacen silencio y se
acercan para escuchar la Voz del Verbo que habla con labios humanos; pero no
solo los hombres quieren escuchar al Verbo de Dios Encarnado: también los
ángeles de Dios, que bajan del cielo, como los dos pequeños querubines, que se
acercan sigilosamente para escuchar las enseñanzas de Jesús.
Las principales
enseñanzas de Jesús son: que debemos ser “mansos y humildes de corazón como Él”
(Mt 11, 29); que debemos amar a Dios
y al prójimo y sobre todo, que debemos “amar a los enemigos” (Mt 5, 44); que debemos ser
misericordiosos con los más necesitados, si queremos entrar en el Reino de los
cielos (Mt 25, 35-45); que debemos
alimentarnos de la Eucaristía para tener en nosotros la Vida eterna (Jn 6, 56), etc.
En
esta otra imagen, vemos a un sacerdote enseñando el Catecismo, el cual continúa
así la predicación y obra de Jesucristo, pues de Él ha recibido la misión de
predicar y enseñar las verdades de la fe y la moral cristianas, además de
celebrar la Santa Misa, perdonar los pecados en la Confesión, etc. El que
escucha al sacerdote, escucha a Dios.
Pero no
solo el sacerdote puede y debe enseñar el Catecismo, sino todo bautizado que
esté capacitado. Con respecto al significado de la enseñanza del Catecismo a
los niños, dice San Marcelino Champagnat:
Práctica: Leeré
con frecuencia el Evangelio o Buena Nueva para conocer mejor a Jesucristo y
ayudaré a otros a que se enteren del Evangelio, pero sobre todo, trataré de
vivir según el Evangelio. Pío XII dijo: “Ningún hogar sin el Evangelio”. Papa
Francisco: el Evangelio se resume en esta expresión: “Dios nos ama con amor
gratuito y sin límites”.
Palabra de Dios: “Jesucristo
vino a este mundo a salvar a los pecadores” (1 Tim 1, 15). “En esto hemos conocido el amor: en que Él dio su
vida por nosotros” (1 Jn 3, 16). “Buscad
primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se o dará por añadidura”
(Mt 6, 33).
Ejercicios bíblicos:
Jn 7, 46; Lc 2, 47; Mc 2, 12; Hch 10, 38.
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