(Domingo
XXXII - TO - Ciclo A – 2017)
“El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que
fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y
cinco, prudentes” (Mt 25, 1-13). Para
comprender la parábola, hay que saber qué significa cada cosa:
Las vírgenes son las almas de los bautizados, es decir, cada
uno de nosotros; las lámparas, son los cuerpos; el aceite, es la gracia; la
luz, es la fe; la noche, es el día de la propia muerte y también el Día del
Juicio Final; el esposo que viene de improviso es Jesús, que viene a nosotros
como Juez en el Juicio Particular y como Justo Juez también en el Día del
Juicio Final; la llegada de improviso es el desconocimiento que tenemos de
cuándo será, tanto la propia muerte, como el Día del Juicio Final; la casa
donde entra el novio es el Cielo; la fiesta de bodas, significa la vida feliz
que los bienaventurados llevan en el cielo, sin penas ni tristezas de ningún
tipo, y solo con alegría y amor, para siempre; la noche representa tanto la
muerte particular, como el Día del Juicio Final y también el Infierno; las
vírgenes necias son las almas que murieron sin la gracia, en pecado mortal, por
propia decisión; no tenían luz, porque no tenían fe: son las almas que no
quieren rezar, que no quieren confesarse ni comulgar, que no quieren asistir a
misa, que no quieren ayudar a los más necesitados con las obras de misericordia
que pide la Iglesia. Estas almas se condenan en el Infierno, pero se condenan
por propia voluntad, porque Dios no obliga a nadie a venir a la Iglesia y a
portarse bien, quien quiere hacerlo, lo hace, y se salva, pero el que no quiere
hacerlo, Dios no lo obliga, pero no se salva. Por eso, las vírgenes necias se
quedan fuera de la Casa de Dios, se quedan afuera, en las tinieblas, que
representan el Infierno y la Segunda Muerte y nunca van a participar de la alegría
de las vírgenes prudentes.
Las vírgenes prudentes son las almas que murieron en gracia
de Dios, y como su alma estaba en gracia, tenían la luz de la fe y por eso
hicieron muchas obras de misericordia y así salvaron sus almas. Entran en la
casa donde hay fiesta de bodas, porque quiere decir que por tener fe en Jesús
Eucaristía, por confesarse seguido, por evitar el pecado y por obrar la
misericordia, salvaron sus almas y ahora están en el Cielo, para siempre, donde
todo es alegría, paz, amor y felicidad sobrenatural, porque todos contemplan a
Dios Uno y Trino y Dios Uno y Trino les da a todos de su Ser, que es Paz, Amor
y Alegría infinitas.
Si Jesús viniera esta noche, ¿cómo encontraría mi alma? ¿Con
la lámpara encendida, es decir, con fe y con obras? ¿O me encontraría con la
lámpara apagada, sin fe y sin obras de amor? Hagamos como las vírgenes
prudentes y mantengamos la lámpara de la fe siempre encendida, con el alma en
gracia y con buenas obras, y así Jesús, el Esposos, cuando venga en medio de la
noche, nos llevará a la Casa de su Papá, en el Cielo, para siempre.
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