(Ciclo
B - 2018)
Una vez, hace mucho tiempo, Jesús se apareció a una monjita
que se llamaba Sor Faustina y le dijo que pintara una imagen así como ella lo
veía –así como lo vemos en la imagen- y que pusiera abajo: “Jesús en Vos confío”.
Jesús le dijo que esta imagen era una señal –así como un
semáforo es una señal que nos indica si podemos avanzar o debemos detenernos-
de que Él estaba por venir al mundo por Segunda Vez para juzgar al mundo y para
llevar al Cielo a los que quieran ir con Él. Jesús también le dijo que toda la
humanidad tenía que convertirse a la religión católica, porque si no, la
humanidad no iba a encontrar paz. También le dijo que esta imagen era como un
vaso del cual la humanidad debía beber del Amor de Dios, para así poder
salvarse. Pero también le dijo que si alguien no quería estar con Él y aprovechar
su Misericordia, ése tendría que pasar por su Justicia Divina: “El que no
quiera pasar por la puerta de mi Misericordia, tendrá que pasar por la puerta
de mi Justicia”.
Esto quiere decir dos cosas: por un lado, que Jesús no va a
llevar a nadie al Cielo de forma obligada, porque van a ir al Cielo solo los
que quieran refugiarse bajos los rayos de la Sangre y el Agua que brotaron de
su Corazón traspasado y que en la imagen son los rayos blanco y rojo. Son los
sacramentos de la Iglesia, la Confesión y la Comunión. Es decir, van a ir al
Cielo los que se confiesen y comulguen con fe y con amor y además hagan obras
de misericordia.
Pero también quiere decir que los que no quieran estar bajo
los rayos del Corazón de Jesús –hay muchos que no quieren cumplir los
Mandamientos, que no quieren ser buenos, que no quieren confesarse ni tampoco
comulgar-, esos no iban a ir al Cielo, porque Él no va a llevar a nadie
obligado al Cielo.
Y esto, porque Dios nos ama tanto, que respeta nuestra
libertad y si alguien elige vivir sin Dios, aunque Dios lo ama, lo respeta y no
lo hace vivir obligado con Él, y para quien no quiera estar con Él en el Cielo,
Dios crea un lugar que se llama “Infierno”, en donde van todos los que no
quieren saber nada de Dios. Solo que en el Infierno se sufre mucho, porque hay
un fuego que quema el alma y el cuerpo, para siempre. En el Cielo también hay
un fuego, pero que no quema, sino que llena al alma con la luz, la alegría y el
Amor de Dios. Si queremos ir al Cielo, para estar con Jesús y la Virgen para
siempre, entonces en esta vida tenemos que acudir con frecuencia a la Confesión,
tenemos que recibir a Jesús por la Comunión Eucarística y tenemos que hacer
obras de misericordia. Así, nos vamos a asegurar de que en la otra vida vamos a
vivir felices para siempre en el Cielo.
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