Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

sábado, 8 de agosto de 2015

El Evangelio para Niños: Jesús en la Eucaristía es el Pan de Vida eterna



(Domingo XIX - TO - Ciclo B - 2015)

         En este Evangelio, Jesús nos dice que Él es el “Pan de Vida” y el “Pan vivo bajado del cielo”, pero los judíos, que lo conocían desde chiquito, no le creen. Los que vivían con Él en el pueblo, se preguntaban: “Si Jesús es el hijo de José, el carpintero, y de María, y si nosotros lo conocemos desde chiquito, ¿cómo puede decir que Él es “Pan de Vida y que ha bajado del cielo?". Los judíos decían esto porque no tenían la fe de la Iglesia, ni la luz del Espíritu Santo, por la cual nosotros sabemos y creemos que Jesús es el Pan de Vida y que ha bajado del cielo.
         Nosotros, como tenemos la fe de la Iglesia y la luz del Espíritu Santo, que nos hacen creer que Jesús es el Pan bajado del cielo, aunque no veamos con los ojos del cuerpo, sabemos que Jesús en la Eucaristía es el Pan de Vida, el Verdadero y Único Maná bajado del cielo. Nosotros sabemos, porque así lo hemos aprendido en el Catecismo, que aunque no veamos a Jesús con los ojos del cuerpo, sí lo podemos ver con los ojos de la fe, Presente, vivo y lleno de la luz y de la gloria de Dios, en la Eucaristía.
         Si pudiéramos ver con los ojos del cuerpo a Jesús en la Eucaristía, no podríamos levantar la vista, así como no podemos ver cara a cara al sol, porque la Eucaristía es Jesús, que brilla más que miles de millones de soles juntos, porque Él es Dios.
         Jesús en la Eucaristía es Pan, pero no un pan sin vida, como el pan de la mesa, el que comemos todos los días: en la Eucaristía, Jesús es un Pan Vivo, porque alimenta con la vida de Dios a quien lo consume con fe y con amor.

         Le pidamos a Nuestra Madre del cielo, la Virgen, que interceda por nosotros para que no solo nos interesa comer el pan de la mesa, sino ante todo, para que tengamos hambre –un hambre voraz, como cuando volvemos del colegio, o de jugar un partido de fútbol, o como cuando venimos de correr con nuestros amigos- del Pan de la Misa, la Eucaristía, que alimenta no el cuerpo, sino el alma, con el Amor de Dios. 
         Y le pidamos también a la Virgen, que después de alimentarnos con el Amor de Dios, que se nos da en el Pan Eucarístico, seamos capaces de dar algo, aunque sea muy poquito, a nuestros hermanos, de ese Amor de Dios que recibimos en cada Pan del cielo, la Hostia consagrada.

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