Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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sábado, 1 de agosto de 2015

El Evangelio para Niños: Jesús es el Pan que da la vida de Dios


(Domingo XVIII – TO – Ciclo B – 2015)

El Evangelio nos cuenta que la gente busca a Jesús para hacerlo rey, porque Jesús les ha hecho el milagro de multiplicar panes y pescados y les ha satisfecho el hambre que tenían (cfr. Jn 6, 24-35). Pero Jesús no se deja coronar rey, porque Él no es rey de la tierra, sino Rey del cielo; Él quiere ser Rey de nuestros corazones, no de un lugar de la tierra, sino de nuestros corazones.
Jesús les dice que más importante que el pan de la tierra, el pan que comemos todos los días en la mesa, es el Pan del cielo, el Pan que alimenta no el cuerpo, con trigo y agua, sino el alma, con la Vida de Dios. El pan de la tierra nos nutre con trigo y agua y fortalece el cuerpo; el Pan que nos da Jesús, que es Él mismo en la Eucaristía, nos alimenta el alma, con la Vida de Dios.
Hagamos esta comparación, para darnos cuenta de qué es lo que quiere enseñarnos Jesús: el pan que comemos todos los días en la mesa, es un pan hecho de harina de trigo y agua; es cocido en el horno de la panadería, con fuego de la tierra, el fuego que todos conocemos, y cuando lo comemos, nos alimenta el cuerpo, porque nuestro aparato digestivo lo descompone en partes pequeñas, para que luego el tubo digestivo lo asimile y distribuya sus nutrientes, por medio de la sangre, por el organismo.
El Pan que nos da Jesús, la Eucaristía, en la Santa Misa, es un Pan que parece pan de trigo y agua, pero no es pan de trigo y agua, porque es su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad; es un Pan que es cocido con un fuego que no es de la tierra, sino del cielo, el Fuego del Espíritu Santo; es un pan que se cuece en el horno ardiente del Amor de Dios, y cuando lo consumimos, no alimenta nuestro cuerpo: se disuelve en la boca, y en vez de distribuirse por el organismo, como lo hace el pan común, este Pan del cielo se distribuye por el alma y nos nutre con la Vida de Dios y el Amor de Dios, y así nuestra alma queda toda llena de Dios, de su Vida y de su Amor, y así ya no quiere ninguna otra cosa.

Entonces: el pan de la tierra nos alimenta el cuerpo con trigo y agua; el Pan del cielo, la Eucaristía, nos alimenta el alma con el Amor de Dios.

Busquemos siempre este Pan, la Eucaristía, porque la Eucaristía es el alimento del alma, que nos alimenta con la Vida y con el Amor del Sagrado Corazón de Jesús.

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