(Domingo
XVI – TO – Ciclo C - 2016)
El Evangelio narra un día que Jesús fue a visitar a sus
amigos, los hermanos Lázaro, Marta y María (Lc
10, 38-42). Cuando Jesús entró en la casa, se sentó, como de costumbre, en el
lugar que le preparaban sus amigos, y comenzó a hablar del Reino de los cielos.
Mientras Jesús hablaba, una de las hermanas, María, lo escuchaba, arrodillada a
sus pies, mientras la otra hermana, Marta, estaba ocupada preparando el
almuerzo y disponiendo todo para Jesús y los invitados, y como eran varios, Marta
tenía mucho trabajo. Entonces Marta se quejó a Jesús por su hermana María,
diciéndole que ella debería ayudarla, porque tenía mucho trabajo, en vez de
estar escuchándolo a Él. Pero Jesús, en vez de darle la razón a Marta, le dijo que
María “había elegido la mejor parte”, que era escuchar la Palabra de Dios y
contemplar el Santo Rostro de Dios, el rostro de Jesús.
¿Qué nos enseña Jesús con esta respuesta suya?
Lo sabremos si tenemos en cuenta que Marta y María
representan a dos momentos de una misma persona: Marta, cuando está ocupada con
las tareas de todos los días, y al mismo tiempo piensa en Jesús, porque Marta
trabaja para Jesús; María, cuando esa misma persona está leyendo la Biblia,
rezando el Rosario, o haciendo Adoración
Eucarística.
De las dos cosas, Jesús dice que es “mejor la parte de María”,
pero no dice que lo de Marta no sea bueno, porque Marta trabaja, y lo hace para
Jesús. Es decir, Jesús nos enseña que tenemos que hacer lo que hacen las dos
hermanas: trabajar para Jesús en las ocupaciones de todos los días, como hace
Marta, y leer la Palabra de Dios, rezar el Rosario y hacer adoración
eucarística, como hace María, que arrodillada a los pies de Jesús, escucha la
Palabra de Dios y contempla, extasiada, su Santa Faz.
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