(Domingo
XIV – TO – Ciclo C – 2016)
Jesús envía a sus amigos a que le digan a la gente que “el
Reino de Dios está cerca” (Lc 10, 1-12. 17-20). ¿Qué quiere decir esto? ¿Quiere decir que, para ir
al Reino de Dios, podemos tomarnos un tren, un avión, un auto, para llegar? ¿O
tal vez podemos ir caminando? Porque cuando alguien, en la tierra, dice que un
lugar “está cerca”, eso quiere decir que se puede llegar, ya sea caminando, o
en algún vehículo.
Pero no sucede así con el Reino de Dios, porque el Reino de
Dios, por un lado, es invisible, y por otro lado, como es de Dios y Dios está
en el cielo, el Reino de Dios no está aquí en la tierra, sino en el cielo. Entonces,
si el Reino de Dios está en el cielo, ¿por qué Jesús dice que “está cerca”?
Lo que tenemos que saber es que el Reino de Dios, aquí en la
tierra, consiste en la gracia que nos dan los sacramentos, sobre todo, la
Confesión y la Comunión. Esto quiere decir que, cuando nos confesamos y cuando
comulgamos en gracia, tenemos al Reino de Dios en nuestros corazones. Y puesto
que podemos confesar y comulgar siempre que haya una iglesia y un sacerdote
cerca, es por eso que dice Jesús que “el Reino de Dios está cerca”.
Y todavía hay algo más que debemos saber: dijimos que cuando
nos confesamos y comulgamos, tenemos al Reino de Dios en nuestros corazones, y
esto quiere decir que, si el Reino de Dios está en nuestros corazones, entonces
también está el Rey del Reino de Dios, Cristo Jesús. Al confesarnos y comulgar,
tenemos que decir esta oración –en silencio, para que sólo la escuche Dios-: “Que
venga a nosotros tu Reino, Dios mío, y que venga a nuestros corazones el Rey del
Reino de Dios, Cristo Jesús en la Eucaristía. Amén”.
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