Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

viernes, 14 de octubre de 2022

Recibir la Primera Comunión es recibir al Rey del cielo, Cristo Jesús


 


         ¿Qué es recibir la Primera Comunión?

         Cuando uno mira desde afuera y ve que alguien comulga, le parece como si estuviera recibiendo un pedacito de pan; en este caso, un pan bendecido en una ceremonia religiosa.

         Pero la Sagrada Comunión, la Eucaristía, no es eso, no es un pedacito de pan bendecido: es una Persona y esa Persona es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es Dios Hijo encarnado que continúa su Encarnación en la Eucaristía. En la Eucaristía está Jesús en Persona, vivo, glorioso, resucitado, con su Corazón Eucarístico lleno del Amor de Dios, el Espíritu Santo, para darnos todo su Amor cuando lo recibimos en gracia, con fe, con piedad y con amor.

         Comulgar no es comer un pedacito de pan, es recibir al Rey del cielo, al Rey de reyes y Señor de señores, que viene desde el cielo solo para quedarse en la Eucaristía, para que nosotros lo recibamos con un corazón puro y santo por la gracia santificante de la Confesión sacramental. Comulgar es abrir de par en par las puertas del corazón para que ingrese el Rey de los cielos, Cristo Jesús. No hay nada más hermoso en este mundo que recibir la Sagrada Eucaristía, porque es recibir al Rey de los ángeles y de los hombres, Cristo Jesús, nuestro Dios, nuestro Señor y nuestro Redentor. Somos nosotros los que necesitamos de su Amor, de su Fuerza, de su Paz, de su Alegría y no es Él quien necesita de nosotros. A partir de ahora debe comenzar una nueva vida en ustedes, niños, una vida caracterizada por la relación de amor personal con Cristo Jesús en la Eucaristía, pero si ustedes no vienen los Domingos, nunca van a ser amigos de Jesús y se van a perder lo mejor de esta vida, que es la amistad y el Amor con Jesús Eucaristía.

Por eso da tanta pena ver a tantos niños y jóvenes que desprecian la Eucaristía, toman la Primera Comunión y ya no la vuelven a tomar más, dejándolo solo a Jesús en el Sagrario. No cometan el mismo error, no dejen a Jesús solo en el sagrario, vengan a visitarlo, a conversar con Él, a dejarse amar por Él, vengan los Domingos a recibirlo en la Eucaristía, con el corazón purificado por la Confesión Sacramental.

        

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