Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

sábado, 28 de junio de 2014

El Evangelio para Niños: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Infierno no prevalecerán sobre ella”


         En este Evangelio, Jesús hace dos cosas muy importantes para la Iglesia: le dice a Pedro que él va a ser Papa, y después nos promete a nosotros, que somos su Iglesia, que cuando el diablo quiera pelear con nosotros, nosotros le vamos a ganar, porque Él va a estar siempre con nosotros y Él no va a dejar que a su Iglesia le gane el diablo: "Las puertas del Infierno no prevalecerán -no ganarán- contra ella -contra la Iglesia-".
         Primero, entonces, lo nombra a Pedro como Papa, cuando le dice: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. “Pedro” significa “piedra”, y por eso Jesús le dice: “Tú eres “Pedro” y sobre esta “piedra” edificaré mi Iglesia, porque la Iglesia de Jesús, más que por las iglesias de material, está hecha por las personas de carne y hueso, que somos todos los que hemos recibido el bautismo, y Pedro, como Papa, es la primera piedra de este edificio espiritual que es la Iglesia de Jesús, que se llama también “Cuerpo Místico”.
         Y después le dice: “Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. ¿Qué quiere decir eso? Las “llaves del Reino de los cielos” y el poder de “atar y desatar”, significan el poder de perdonar los pecados, que tienen los sacerdotes, y la autoridad que tiene el Papa para decir todas las verdades que están en el Catecismo y después estudiamos para hacer la Comunión y la Confirmación.
         Y después de Pedro, que fue el primer Papa, vinieron muchos otros Papas, hasta llegar al actual Papa Francisco, y todos hacen lo mismo que hizo Pedro: señalar a Jesús y decirle: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Por eso nosotros tenemos que estar siempre unidos al Papa –ahora, nuestro Papa, es el Papa Francisco- y a la Iglesia de siempre, de todos los siglos, y así vamos a estar iluminados por el Espíritu Santo, y así vamos a poder reconocer a Jesús en la Eucaristía y le vamos a poder decir, sin equivocarnos: “Jesús, Tú en la Eucaristía eres el Hijo de Dios, y te amamos con todo el corazón”.

         

viernes, 20 de junio de 2014

Corpus Christi para Niños


(Ciclo A – 2014)
         Hoy en la Iglesia celebramos una de las fiestas más hermosas de todas las fiestas hermosas de la Iglesia, una fiesta que se llama en latín: “Corpus Christi” y que quiere decir: “Cuerpo de Cristo”. Es la fiesta más hermosa de todas porque se sale en procesión con la Eucaristía y la Eucaristía, aunque uno cuando la ve parece solamente un poco de pan blanco, no es lo que parece, sino que es el Cuerpo de Cristo, pero como Cristo está vivo, cuando decimos “el Cuerpo de Cristo”, no es solo el “Cuerpo de Cristo” lo que está en la Eucaristía, sino su Cuerpo, su Sangre, su Alma, su Divinidad, y su Amor, que late en su Sagrado Corazón, que está vivo y glorioso en la Eucaristía. En la fiesta de “Corpus Christi”, entonces, la Iglesia saca a la calle a su Rey, que es el “Rey de reyes y Señor de señores” del cual habla el Apocalipsis (cfr. 19, 16), Cristo Jesús, el cual, al fin de los tiempos, habrá de venir en un caballo blanco, con un manto rojo, empapado en su Sangre, a juzgar a las naciones, pero ahora, está como escondido detrás de algo que parece pan, pero no es pan, y es el mismo Rey de reyes y Señor de señores.
         En la fiesta de “Corpus Christi” la Iglesia saca en procesión a su Rey y Señor, Jesucristo, que ha vencido a la muerte, al demonio y al pecado en la cruz, porque después de morir, resucitó con su Cuerpo lleno de gloria, de luz y de vida divina, en el sepulcro, y con ese Cuerpo así glorioso, lleno de luz y de vida divina, está en la Eucaristía, solo que oculto a los ojos del cuerpo, pero visible a los ojos de la fe. La Iglesia, en la fiesta de “Corpus Christi” saca con orgullo en procesión a su Rey, en la custodia, para que todos lo adoren como a su Dios, su Rey y su Señor, porque Jesús en la Eucaristía es Dios Todopoderoso que ha vencido de una vez para siempre, con su sacrificio en cruz, a los enemigos de la humanidad y nos ha abierto las puertas del cielo, su Sagrado Corazón traspasado por la lanza.

         Por todo esto, la fiesta de “Corpus Christi” es la más hermosa de todas las fiestas hermosas de la Iglesia Católica, porque sale Jesús, el Rey de reyes y Señor de señores, a derramar su Amor por las calles, escondido y oculto detrás de lo que parece un poco de pan, pero no es pan, porque es Él en Persona, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma, su Divinidad, su Amor Eterno.

viernes, 13 de junio de 2014

El Evangelio para Niños: La Santísima Trinidad


(TO – Ciclo A – 2014)
         ¿Cómo es Dios? Los católicos sabemos cómo es Dios, porque Jesús, en el Evangelio, nos lo enseñó y la Iglesia, con el Catecismo, nos lo hace aprender para cuando recibimos la Primera Comunión. Conocer y amar a Dios, como nos lo enseñan Jesús y la Iglesia, es la aventura más hermosa que jamás nadie pueda vivir en esta vida y en la otra, y este solo hecho justifica vivir y  morir cientos de miles de veces. ¿Cómo es Dios? Jesús nos enseña que Dios es “Uno y Trino”, es decir, que es Uno en Naturaleza y Trino en Personas, y esto no quiere decir que existan tres dioses, sino que Dios es Uno solo y que en Él hay Tres Personas. Sólo los católicos sabemos toda la verdad acerca de Dios; solo los católicos sabemos que Dios es la Santísima Trinidad, que Dios es Uno solo, de una sola naturaleza y que en Él hay Tres Personas. Es algo parecido a una familia formada por papá, mamá y el hijo: tres personas, y una familia, unidas por el amor. ¡Es un misterio maravilloso! Y como todo misterio, no lo podemos entender, solo lo podemos creer y lo creemos con amor, porque Jesús, que es Dios, no nos puede mentir ni engañar, y si Jesús nos lo dice, es porque es Verdad.
¿Qué nos enseña Jesús? Jesús nos enseña que Él es Dios, igual que su Papá, pero también nos enseña que el Espíritu Santo es Dios, y que las Tres Divinas Personas son un solo Dios verdadero; no que son tres dioses, sino un solo Dios verdadero. Jesús nos enseña también que las Tres Divinas Personas nos aman tanto, que quieren que todos vayamos al cielo, y para que vayamos al cielo, el Papá de Jesús lo mandó a Él, a que viniera aquí, a la tierra, para que muriera en la cruz y con su Sangre nos limpiara de nuestros pecados y nos dejara su Cuerpo para que nos alimentáramos de Él. Pero además, la Trinidad nos ama tanto, que no solo quiere que nos salvemos, sino que quiere convertir a nuestros corazones, en algo más grande que los cielos: quiere convertir a nuestros corazones en su morada, en su lugar de residencia, y así lo dice Jesús: “El que me ama, cumplirá mis mandamientos, y mi Padre y Yo lo amaremos, y haremos morada en él” (Jn 14, 23). Quiere decir que si alguien ama a Jesús, Jesús, que es Dios, vendrá al corazón del que lo ame, y junto con Él, vendrán Dios Padre y Dios Espíritu Santo, que es el Amor del Padre y del Hijo, y las Tres Divinas Personas “harán morada en ese corazón”, es decir, las Tres Divinas Personas vendrán a vivir en ese corazón. ¡Qué hermosísimo misterio, el de la Santísima Trinidad!

Las Tres Divinas Personas quieren que, por la gracia que Jesús nos consiguió con su Sangre en la Cruz, nuestro pobre corazón se convierta en la casa en donde el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, vengan a vivir para siempre. ¿Puede haber algo más hermoso que esto? ¿Puede acaso alguien imaginar algo más maravilloso que ver a su pobre corazón, hermoseado por la gracia y habitado por las Tres Divinas Personas, las Personas Divinas del Dios Uno y Trino? ¡Alabemos por siempre a la Santísima Trinidad, que ha querido enviar a Dios Hijo, Jesucristo, a morir en la Cruz, para donarnos su gracia, para que por la gracia, convirtamos nuestra alma, nuestro corazón y nuestro cuerpo, en templo, sagrario y custodia de las Tres Amabilísimas, Adorabilísimas y Preciosísimas Divinas Personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo! Démosle gracias también, a la Santísima Trinidad, por habernos dado a la Flor de los cielos, la Virgen María, porque por Ella vino a este mundo, Dios Hijo, Jesucristo, Nuestro Rey y Señor, enviado por Dios Padre, para donarnos al Amor de Dios, el Espíritu Santo.