Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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jueves, 16 de septiembre de 2010

Recemos el Rosario con nuestro Ángel Custodio


¿Vieron que una mamá de la tierra siempre da cosas buenas a sus hijos? Una mamá de la tierra está siempre pensando en sus hijos, y siempre tiene algo para darles, ya sea un consejo p un abrigo. Mi mamá, por ejemplo, cuando hace frío, no me deja salir si no llevo puesta una camiseta de algodón y medias gruesas. Bueno, así como una mamá de la tierra es buena, así es la Mamá del cielo, la Virgen. La Virgen, siempre pero siempre que se aparece a alguien, le da un regalo del cielo, porque Ella es una Mamá muy amorosa, que quiere mucho a sus hijos, que somos nosotros.

Una vez, la Virgen se le apareció a un santo, que se llamaba Santo Domingo de Guzmán, y le dio un regalo: el Rosario, y le enseñó cómo había que rezarlo. Le dijo que “todo lo que se pida por el Rosario, se iba a conseguir”. Además, le dijo que el que rezaba el Rosario, se iba a salvar y se iba a ir al cielo.

Desde entonces, siempre ha habido niños que han rezado el Rosario. Por ejemplo, Santa Teresa de Ávila cuenta que ella, cuando tenía nada más que cuatro años de edad, ya rezaba el Rosario. Muchos de nosotros, tenemos más de cuatro años, así que también podemos rezar el Rosario.

Y si nos acordamos de los pastorcitos de Fátima, ellos tenían siete, ocho y diez años, y rezaban el Rosario.

Por el Santo Rosario, la Virgen le pide a Jesús y consigue de Jesús todo lo que le pedimos. Es como una vez que la Virgen y Jesús habían sido invitados a un casamiento, y se había terminado el vino. Jesús no tenía ganas de hacer un milagro, pero por pedido de su Mamá, convirtió el agua en vino. Cuando Jesús no quiere hacer un milagro, hace el milagro, aunque no lo quiera hacer, porque se lo pide la Virgen. ¿Qué fue lo que pasó? La Virgen se dio cuenta de que a los esposos se les había terminado el vino, y entonces le dijo a Jesús: "Jesús, se les ha terminado el vino, y se van a quedar sin fiesta, porque los esposos no pueden festejar sin vino". Jesús le contestó: "Mamá, ya sé que se les terminó el vino, pero ahora no quiero hacer ningún milagro". Jesús le decía esto, no porque tuviera pereza para hacer un milagro, porque Él era Dios y nunca tuvo pereza, y tampoco era que se había encaprichado, como sí hacemos nosotros muchas veces. Jesús no quería hacer el milagro porque no era la hora para hacer milagros. Pero la Virgen lo miró con su mirada amorosa de Madre, y le dijo de nuevo: "Jesús, Hijo mío de mi Corazón, no tienen vino". Entonces Jesús le dijo: "Bueno, Mamá. Vos sabés que Yo no quiero hacer milagros, pero lo voy a hacer sólo porque Vos me lo pedís". Y Jesús hizo el milagro, convirtió el agua en vino.

Así tenemos que hacer nosotros: todo lo que le queramos pedir a Jesús, se lo tenemos a la Virgen, por el Rosario. Nunca tenemos que pedirle directo a Jesús, sino primero a la Virgen, para que Ella nos alcance de su Hijo Jesús lo que Jesús tenga para darnos.

¿Cómo rezar el Rosario? Podemos intentar un truco, para que no solo no nos parezca “aburrido”, sino para que aprendamos mucho de la vida de Jesús. ¿Vieron cuando vamos al cine, por ejemplo, para ver "La Era de hielo 3"? Hay una pantalla blanca, grande, donde pasan la película, y uno se sienta en un asiento cómodo, y espera que empiecen a pasar la película. Mientras tanto, comemos pochoclo, y tomamos una gaseosa. Bueno, rezar el Rosario es algo mucho más lindo que ir al cine. Esa pantalla blanca, es nuestra mente, y la película, es la vida de Jesús, que nosotros nos imaginamos. Cuando vayamos a rezar el Rosario, tenemos que hacer de cuenta que empiezan a pasar una película de Jesús en nuestra cabeza, e imaginarnos cómo era la vida de Jesús. Por ejemplo, si rezamos el misterio del Nacimiento, nos imaginamos a la Virgen, que está embarazada de Jesús, que está en Belén, que se arrodilla, y que de pronto, de su panza, sale una luz como el sol, y esa luz es el Niño Jesús. O si queremos rezar un misterio que se llama “La Crucifixión de Jesús”, tenemos que imaginarnos a Jesús, que está acostado en la cruz, y cómo los romanos le clavan clavos de hierro en sus manos y en sus pies, y le hacen doler mucho, mientras Jesús reza por todos nosotros.

Así tenemos que hacer con todos los misterios del Rosario: imaginarnos la vida de Jesús, y pensar que nosotros estamos ahí en esa imagen.

Otra cosa que tenemos que hacer, al rezar el Rosario, es rezarlo en familia, o rezarlo delante del Sagrario, donde está Jesús en la Eucaristía, y tenemos también que pedirle ayuda a nuestro Ángel Custodio, para que lo recemos bien, sin distraernos, y para que recemos desde dentro del Corazón de la Virgen.

Y si rezamos el Rosario desde dentro del Corazón de la Virgen, el Rosario nos va a hacer amar mucho a Jesús, cada vez más.

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