Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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jueves, 21 de julio de 2011

Consagración a la Virgen para Niños y Adolescentes 4a Semana



Los dogmas de la Virgen

¿Qué es un “dogma”?

Es algo que enseñó Jesús, pero no está en la Biblia. Lo tenemos que creer, aún si no entendemos bien, porque ese es nuestro deber como hijos de la Iglesia. Además, si Jesús es Dios, Jesús no podía enseñar nada que esté equivocado, y nada que sea malo, y por todo eso, lo tenemos que creer.

¿Cuáles son los dogmas de la Virgen?

Los dogmas marianos son:

Inmaculada Concepción

Maternidad divina

Virginidad perpetua

Asunción de María

Un dogma de la Virgen es el de la “Inmaculada Concepción”.

¿Qué quiere decir “Concepción”?

Quiere decir “concebida”, que es cuando los bebés empiezan a existir en la panza de la mamá. Todos comenzamos a existir siendo sólo una pequeñita célula, y desde esa pequeñita célula, empezamos a crecer, hasta ser tan grandes como somos ahora.

¿Qué quiere decir “Inmaculada”?

Quiere decir: sin mácula, y como mácula es “mancha”, quiere decir: “sin mancha”.

La Virgen es “Inmaculada Concepción” porque Ella fue concebida sin mancha de pecado original. Nunca tuvo pecado original, ni venial, ni mucho menos mortal, y esto quiere decir que la Virgen nunca pensó, ni deseó ni hizo nada malo. Ni siquiera un poquitito. Nunca pensó mal de nada ni de nadie, nunca deseó nada malo, nunca hizo mal a nada ni a nadie. Su Corazón era como un cristal limpísimo, que no tiene ni la más pequeñita mota de polvo, y esto desde que nació.

Pero además, la Virgen era la “Llena de gracia”, y como la gracia es la vida de Dios, Ella estaba llena de la vida de Dios, porque el Dios de la vida vivía en Ella desde que fue concebida. Dentro de la Virgen vivía Dios, y Dios la llenaba con su Espíritu, el Espíritu Santo, que es el Amor divino.

Por eso, además de no tener ninguna mancha, y de no pensar, querer o hacer nada malo a nadie, nunca, la Virgen estaba llena de Amor de Dios en su Corazón Inmaculado. La Virgen, desde que fue concebida, es decir, desde que era sólo una célula chiquitita, amaba a Dios y sólo a Dios. Y durante toda su vida, amaba a Dios y cumplía su Voluntad.

Y de aquí viene el segundo dogma mariano: “Madre de Dios”.

Como Ella era Concebida sin mancha, era la única, entre todas las mujeres del mundo, que podía ser la Mamá de Dios. Era la única que era tan pura, tan hermosa, tan delicada, y con tanto amor a Dios, que podía recibirlo en su corazón y en su seno.

Para darnos una idea de la Virgen Madre de Dios, pensemos en un diamante: un diamante es una roca de cristal, que tiene la particularidad de que cuando entra la luz, la atrapa en su interior, y por eso el diamante brilla tanto. Después la deja salir, pero primero la atrapa en su interior.

La Virgen es así: concibe en su seno a Jesús, que es luz, porque Jesús dijo de sí mismo: “Yo Soy la luz del mundo”, y después lo deja salir, en Belén. Por eso el nacimiento de Dios Hijo es como “un rayo de sol que atraviesa el cristal”.

Y aquí viene otro dogma de la Virgen: es virgen antes, durante y después del parto. La Virgen es virgen por toda la eternidad, y eso quiere decir que no tuvo un esposo de la tierra, ni lo tendrá jamás, porque su Esposo es Dios.

El otro dogma de la Virgen es la Asunción de María Santísima en Cuerpo y Alma a los cielos.

Según este dogma, la Virgen se durmió, y su Cuerpo Inmaculado se llenó de la luz y de la gloria de Dios. Cuando se despertó, estaba en el cielo, junto a su Hijo Jesús, para siempre.

Este dogma sí está en la Biblia, en el libro del Apocalipsis, en el capítulo Ap 12, 1, y es el cuarto misterio del Rosario. El dogma de la Asunción quiere decir que la Virgen fue llevada al cielo. Después que resucitó, Jesús se apareció a muchos, pero a la Primera en aparecerse, fue a la Virgen. Ahí Jesús le prometió que Él la iba a llevar al cielo un día. Cuando llegó ese día, la Virgen se recostó en su camita, y se durmió, y por eso este misterio se llama también “La Dormición de la Virgen”. Estaba así dormida, cuando de pronto, empezó a aparecer una lucecita muy suave, muy tenue, a la altura de su Corazón. Poco a poco, esa luz se fue haciendo cada vez más y más fuerte, tan fuerte, que parecía que se había vestido con el mismo sol. Cada vez que la luz se hacía más grande, su Cuerpo purísimo se convirtiendo en un cuerpo de luz, porque se llenaba de la gloria de Dios, que es luz. Y así, cuando estuvo todo llena de la gloria y de la luz de Dios, se despertó, y cuando se despertó, se dio cuenta de que ya no estaba en su camita, sino ¡en las puertas del cielo! Y había muchos, pero muchos ángeles de luz, que la venían a recibir; los había mandado su Hijo Jesús, para que acompañaran a su Mamá, que entraba en el cielo para siempre. Y cuando llegó al cielo, ahí la estaba esperando Jesús, con los brazos abiertos, loco de contento porque su Mamá llegaba para quedarse con Él para siempre.

¡Qué lindo que es el cielo, que es estar con Jesús y la Virgen para siempre! Le pidamos a nuestra Mamá del cielo, la Virgen, que así como Ella fue llevada al cielo en cuerpo y alma, interceda ante su Hijo Jesús para que nosotros, que somos sus hijos, algún día también lleguemos al cielo.

Y el último dogma mariano, es el de la Virgen “Corredentora”: quiere decir que Ella es, junto a Jesús, la Salvadora de la humanidad, porque Ella sufrió toda la Pasión, en su alma, junto a su Hijo Jesús. Pero es un dogma que todavía la Iglesia lo tiene que decir al mundo.


Oraciones para rezar cada día

Nos ponemos en presencia de Dios y hacemos silencio por unos momentos

Nos hacemos la señal de la cruz.

Oración al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo,

Danos tu amor.

Ven a nuestras vidas, ven Santo Espíritu

Ven a nuestros cuerpos, ven Santo Espíritu (tres veces)

Recemos un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria

Oración a Jesús

Jesús, yo creo en Ti, Jesús, Te adoro

Jesús, yo espero en Ti y Te amo

Jesús, perdón por los que no creen en Ti,

y no Te adoran, no esperan, y no Te aman.

Oración a la Virgen María

Te elijo hoy, oh María,

en presencia de toda la corte celestial

por Madre y Reina mía.

Invocación

Oh María, Reina de la Paz y la Reconciliación

Ruega por nosotros y por el mundo entero.

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