Primer Misterio: El Bautismo de Jesús: Mientras Juan
bautiza a Jesús, el Espíritu Santo desciende sobre su cabeza y se escucha la voz
de Dios Padre: “Éste es mi Hijo muy querido”. Gracias a Jesús, cuando fuimos
bautizados, Dios nos envió el Espíritu Santo y nos adoptó como “hijos suyos muy
queridos”. ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, haz
que yo me comporte como hijo adoptivo de Dios!
Segundo Misterio: Las Bodas de Caná: Por intercesión
de la Virgen, Jesús hace un milagro: convierte el agua en vino, como anticipo
de la conversión del vino en su Sangre, en la Santa Misa. ¡María, Madre de Dios, intercede para que mi corazón sea como las
tinajas de Caná, para que se llenen con el Vino de la Nueva Alianza, la Sangre
de Jesús!
Tercer Misterio: La predicación del Reino y el llamado a la
conversión: Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios, pero para poder
entrar en él, debemos separar nuestro corazón de las cosas de la tierra, y
elevarlo al cielo. ¡Oh María, Nuestra Señora
de la Eucaristía, haz que nuestros corazones contemplen y amen a tu Hijo, Jesús
Sacramentado!
Cuarto Misterio: La
Transfiguración en el Monte Tabor: Jesús deja traslucir su gloria, que
resplandece más que mil soles juntos, y así como está en el Tabor, así
resplandece en la Eucaristía. ¡Oh Jesús,
Sol de mi alma, ilumíname con los rayos de tu gracia, para que ya no viva más
en la oscuridad del pecado!
Quinto Misterio: La
institución de la Eucaristía: En la Última Cena, Jesús instituye la
Eucaristía, quedándose entre nosotros bajo apariencia de pan, para darnos el
Amor de su Sagrado Corazón y acompañarnos “todos los días, hasta el fin del
mundo”. ¡Oh Jesús, haz que desee tanto tu
compañía, que no pueda vivir ni un solo día sin la Eucaristía!
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