Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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sábado, 14 de abril de 2018

El Evangelio para Niños: Jesús resucitado abre las inteligencias



(TP – Ciclo B – 2018)

         Mientras los discípulos de Emaús están con los Apóstoles dándoles la noticia de que Jesús ha resucitado, Jesús se les aparece en medio de la sala. Los Apóstoles no comprendían que era Jesús y a pesar de que lo conocían y de que habían estado con Él, ahora no lo reconocían. Les parecía ver un fantasma y no a Jesús y parecía como que no se acordaban de quién era Jesús y qué era lo que había pasado el Viernes Santo. Además, estaban con miedo a los judíos, encerrados, sin animarse a salir. Entonces Jesús, después de mostrarles las manos y los pies y pedirles algo de comer, para que ellos se dieran cuenta de que su Cuerpo era real y no el de un fantasma, sopló sobre ellos el Espíritu Santo, para que pudieran reconocerlo a Él y pudieran comprender qué era lo que Él había hecho el Viernes Santo en la cruz. El Evangelio dice así: “Les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras”. Apenas Jesús hizo esto, para los Apóstoles fue como cuando alguien recuerda algo que había olvidado y se acordaron que Jesús el Viernes Santo había muerto en la cruz y había vencido en la cruz a los tres grandes enemigos de la humanidad: el Demonio, el Pecado y la Muerte, y además lo reconocieron, como cuando alguien se acuerda el nombre de una persona a la que quería mucho, pero se había olvidado de cómo se llamaba. Los Apóstoles dijeron: “¡Ahora sabemos que Tú eres nuestro Dios, que murió en la cruz para salvarnos del Infierno, para vencer al Demonio, al Pecado y a la Muerte y para llevarnos al Cielo al final de nuestra vida en la tierra!”. Jesús entonces les dio un mandato: que fueran a avisarle a todo el mundo todo lo que Él había hecho por los hombres, para que todos los que crean en Él se salven.
         También nosotros necesitamos que Jesús sople sobre nosotros el Espíritu Santo, para que abra nuestras inteligencias y así seamos capaces de comprender los misterios de su vida y también seamos capaces de comprender que Él está resucitado y glorioso en el cielo, pero que al mismo tiempo, está resucitado y glorioso en la Eucaristía. Y también necesitamos que nos ensanche el corazón y nos dé mucho Amor de Dios, para que podamos amarlo en la Eucaristía así como la Virgen lo ama en el Cielo.

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