(Domingo
XV - TO - Ciclo B – 2018)
“Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos,
dándoles poder sobre los espíritus impuros” (cfr. Mc 6, 7-13). Un gran santo, San Cirilo de Jerusalén, cuando comenta
este Evangelio, dice que Jesús envía a los Doce Apóstoles a la misión para que “brillen
como antorchas”. No quiere decir que los Doce tenían que encender doce
antorchas y salir a predicar, aun a plena luz del día: quería decir que debían
brillar espiritualmente. Lo que hace una antorcha es iluminar, es decir, si
está todo oscuro y no hay luz eléctrica, ni de velas, ni del sol, ni de la
luna, la única luz que permite ver lo que nos rodea es la luz de una antorcha y
esto es lo que sucede cuando una persona vive y predica el Evangelio de Jesús,
porque Jesús es “luz del mundo”, como Él lo dice en el Evangelio y Jesús nos
ilumina con su palabra en el Evangelio. Leer la Biblia es llenarnos de luz
divina el alma.
En los tiempos de Jesús, aunque había luz del sol y luz de
las velas, las gentes vivían en oscuridad espiritual, porque eran paganas, es
decir, no conocían a Jesús y por eso hacían cosas muy malas, propias de los
paganos, de los que no conocen a Jesús. Pero llegaron los Apóstoles y los
iluminaron con la luz del Evangelio de Jesús y muchos se convirtieron y dejaron
de hacer cosas malas para empezar a ser buenos y santos, viviendo los
Mandamientos de la Ley de Dios.
Hoy también Jesús nos envía al mundo, para que iluminemos el
mundo con el Evangelio de Jesús, porque el mundo hoy vive en tinieblas, vive en
oscuridad, porque no conoce a Jesús o en muchos casos lo conoce, pero lo
rechaza. Para eso, tenemos que leer todos los días una parte del Evangelio de
Jesús, para que la luz de Jesús esté en nosotros y así nosotros podamos ser luz
de Jesús para nuestros hermanos. Vivamos en gracia, leamos la Palabra de Dios,
confesemos con frecuencia, comulguemos en estado de gracia y así podremos ser
luz del mundo y sal de la tierra para el mundo de hoy que, a pesar de la luz de
las computadores, la luz de los celulares, la luz de las tablets, la luz de los
televisores, vive en tinieblas y en sombras de muerte. Solo si tenemos la luz
de Cristo en nosotros, que nos viene por la fe y por la gracia, podremos
iluminar el mundo con la luz de Cristo.
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