(Homilía en ocasión de una Santa Misa celebrada para niños y jóvenes del Colegio La Asunción, Leales, Tucumán)
Jesús
se le apareció a una monja santa llamada Margarita María de Alacquoque como el
Sagrado Corazón de Jesús y, estando delante de ella, se sacó el Corazón y se lo
mostró, colocando a su Corazón delante de ella.
¿Cómo
era el Corazón de Jesús?
Era
transparente como el cristal y esto quiere decir que Dios es así, es transparente,
en el sentido de que en Él no hay mancha alguna de error, de falsedad, de
mentira. Dios jamás puede mentir, en Él no hay el más pequeño rastro de maldad,
porque es la Bondad Increada en Sí misma; si nosotros queremos ser como el Sagrado
Corazón de Jesús, si queremos ser transparentes como Él, no debemos nunca decir
mentiras y debemos amar siempre la Verdad.
El
Corazón de Jesús tenía una cruz en la base y esto significa que quien quiera
disfrutar de las delicias del Corazón de Jesús, tiene que subirse a la cruz,
porque el Corazón de Jesús está en la cruz, que por eso se llama “Árbol de la Vida”;
es como cuando uno ve un fruto muy rico en la rama alta de un árbol, para
conseguirlo, hay que subirse al árbol; bueno, así pasa con el que quiera
disfrutar del fruto exquisito del Árbol de la Vida, la Santa Cruz, debe subirse
a la Cruz, para así poder tomar ese fruto delicioso que se llama “Sagrado
Corazón de Jesús”.
El
Corazón de Jesús estaba envuelto en llamas y esto quiere decir que en el
Corazón de Jesús está todo el Amor de Dios, que es el Espíritu Santo y que es
como un Fuego de Amor Divino y por eso, quien recibe al Corazón de Jesús en la Eucaristía,
recibe el Fuego del Amor de Dios, el Espíritu Santo.
El
Corazón de Jesús tenía una corona de espinas que lo apretaba fuertemente a su
alrededor, produciéndole mucho dolor en cada latido: cuando el corazón se
ensancha, las espinas entran en el Corazón y le provocan mucho dolor a Jesús;
cuando el Corazón se contrae, para expulsar la sangre, las espinas también le
provocan dolor, porque le provocan un desgarro. ¿Qué significan las espinas de
la corona? Son nuestros pecados: cuando nos enojamos, cuando peleamos, cuando
contestamos mal, cuando somos perezosos, a nosotros no nos pasa nada, pero a
Jesús le provoca mucho pero mucho dolor en su Sagrado Corazón, por eso hoy
vamos a hacer el propósito de ser buenos y santos, para no provocarle dolor a
Jesús.
Finalmente,
al Sagrado Corazón nosotros podemos verlo en las imágenes, ya sea pintado,
dibujado, o esculpido en una escultura y por eso para nosotros esas imágenes y
esculturas del Sagrado Corazón las queremos mucho y las veneramos, pero ahí no
está en la realidad. Hay un lugar en donde el Sagrado Corazón sí está en la
realidad y es en la Eucaristía: en la Eucaristía late, con el Amor de Dios, el
Sagrado Corazón de Jesús. Por eso es que, antes de comulgar, tenemos que hacer
un acto de amor y de adoración interior al Sagrado Corazón de Jesús; al
acercarnos a comulgar, nos arrodillamos para adorarlo no solo interiormente
sino también exteriormente y para expresarle nuestro amor, podemos decirle esta
oración: “Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, te amo con toda mi alma”.
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