Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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miércoles, 9 de octubre de 2024

Santa Misa de Primeras Comuniones

 



(San José en Alto Verde, Concepción, Tucumán, Argentina)

         Para saber qué es lo que vamos a recibir en la Comunión, tenemos que saber qué es lo que sucede en la Santa Misa, porque la Santa Misa y la Comunión están unidas inseparablemente.

         ¿Qué sucede en la Santa Misa?

         En la Santa Misa sucede algo invisible, algo que no podemos ver con nuestros ojos del cuerpo, pero que igualmente sucede y esto pasa principalmente cuando el sacerdote extiende sus manos sobre el pan y el vino y pronuncia las palabras de la consagración diciendo las mismas palabras que dijo Jesús en la Última Cena: “Esto es mi Cuerpo”, “Este es el Cáliz de mi Sangre”.

         En ese momento, cuando suena la campanita para que todos se arrodillen, lo que sucede es que Jesús, que es Dios, baja desde el Cielo con su Cruz -acompañado de miles de millones de ángeles de luz y también de todos los santos y por supuesto también está la Virgen, su Mamá y nuestra Mamá- y cuando Jesús baja desde el Cielo hasta el Altar, deja su Cuerpo en la Hostia y así la Hostia, que hasta entonces era solo pan de trigo, deja de ser pan de trigo para ser el Cuerpo de Jesús, y también Jesús derrama su Sangre, la Sangre que sale de sus manos, de sus pies, de su costado traspasado, sobre el Cáliz y así el vino que había en el Cáliz deja de ser vino y se convierte en la Sangre de Jesús; por eso es que nosotros, cuando comulgamos, no comulgamos pan y vino, sino que comulgamos “el Cuerpo y la Sangre” de Jesús, es decir, la Sagrada Eucaristía.

         Esto es entonces lo que sucede en la Santa Misa: Jesús convierte el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre; convierte el pan y el vino en la Eucaristía y es lo que ustedes van a recibir por primera vez, por eso se llama “Primera Comunión”, porque van a recibir por primera vez el Cuerpo y la Sangre de Jesús, la Sagrada Eucaristía.

         Cuando comulgamos, cuando recibimos la Eucaristía, no recibimos un pedacito de pan: recibimos el Cuerpo y la Sangre de Jesús, recibimos el Corazón de Jesús, que late con el Amor de Dios en la Eucaristía. Y cuando comulgamos, cuando recibimos al Corazón de Jesús, el Corazón de Jesús se funde con nuestro pequeñito corazón -el Corazón de Jesús es como un horno gigante de fuego de Amor y nuestro corazón es como una chispita pequeñita que entra dentro de ese horno gigante- y se funde con nuestro corazón para darnos todo el Amor de Dios, el Espíritu Santo.

         Por eso, no hay nada más importante, ni hermoso, ni maravilloso, ni bonito, ni grandioso, que recibir la Comunión, porque recibir la Comunión es recibir a Jesús, que es Dios y Dios nos da su Amor, que es infinito y es eterno, gigante, dura para siempre, para siempre, porque nadie nos ama más que Dios, nadie nos ama más que Jesús.

         No seamos como la inmensa mayoría de niños y jóvenes, que hacen la Comunión y dejan de recibir a Jesús y así se pierden lo mejor y lo más lindo de esta vida, que es recibir la Eucaristía, recibir al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.


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