Para comenzar la adoración, hacemos silencio exterior, pero también interior, hacemos la señal de la cruz y nos persignamos: “Por la señal de
-Inicio: Canto de entrada: Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar.
-Oración de NACER: “Dios mío, Yo creo, espero, Te adoro y Te amo, Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni Te aman” (Tres veces).
-Oración para comenzar la adoración: “Querido Jesús Eucaristía, Tú te has quedado en
Queremos amarte y adorarte con todo el corazón. Adorar es reconocernos como somos, pequeños y pecadores, delante de Ti, que eres Dios de inmensa majestad, e infinitamente santo.
Adorar es reconocernos pequeños, delante de Ti, como si fuéramos un granito de arena, comparado con el sol. Ese granito de arena, pequeño e insignificante, somos nosotros, y ese sol, eres Tú, Sol de justicia.
Adorar es reconocer que somos pecadores, inclinados al mal. Aunque muchas veces nos damos cuenta de qué cosas son buenas, en vez de hacer lo bueno que queremos, hacemos lo malo que no queremos. Danos tu gracia, para que en todo momento deseemos el bien, y lo hagamos realmente, para no entristecerte.
Adorar es amarTe a Ti, por ser quien eres y no por lo que das. Tú eres un Dios de Amor infinito, un océano infinito de Amor eterno, y por ser quien eres, queremos adorarte con toda la fuerza de nuestro ser, aún cuando nuestro ser sea tan insignificante como un granito de arena”.
-Silencio de tres minutos. “Señor Jesús, Dios del Amor y de la alegría, Tú hablas en el silencio del alma, y para poder escuchar Tus palabras, hacemos silencio. El ruido del mundo, y el ruido de las palabras de los hombres, hace que muchas veces no escuchemos Tu voz. Ayúdanos a hacer silencio, para que Te escuchemos, y así Te podamos seguir, con todo el corazón”.
-Canto eucarístico. Te adoramos, Hostia divina.
-Oración intermedia: “Amado Jesús, Tú eres un sol gigante de amor infinito, y nosotros somos muy pero muy pequeñitos. ¡Parece que nunca podremos alcanzarte! Pero
Tú eres Dios Todopoderoso, y puedes hacer lo que para nosotros es imposible: Tú puedes hacerte tan pequeño como nosotros, para venir a habitar en nuestro corazón. Cada vez que comulgamos, es como si el sol se hiciera del tamaño de un granito de arena, y así Tú puedes venir dentro nuestro. No podemos entender cómo puede suceder, pero es eso lo que sucede con la comunión eucarística.
Ahora, que hemos venido a adorarte, tenemos ganas de recibirte en
-Silencio de tres minutos. Adoramos en silencio a Jesús Eucaristía, pidiéndole que su Misericordia infinita llegue a nuestros seres queridos, a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros amigos, y también a aquellos que no son tan amigos nuestros. Le pedimos que inunde con su amor a todas las almas, especialmente a los más pecadores, a los más alejados de Él, a los que más necesitan de su Misericordia.
-Oración de despedida: “Querido Jesús Eucaristía, ¡qué hermoso es estar delante de Ti! No hay nada en el mundo que sea más hermoso que estar cerca de ti, cerca de Tu Corazón, que late en
En el mundo hay muy poco amor, y muchas veces, no hay nada de amor, y esto sucede porque los hombres no te conocen. Es como decía Santa Teresa de Ávila: “¡El amor no es amado!”. Jesús, Tú, que eres un oceáno infinito de Amor eterno, ten compasión del mundo entero, y derrama sobre todas las almas el río interminable de amor que brota de tu Sagrado Corazón. Te suplicamos, Jesús Eucaristía, ¡abre la herida de Tu Corazón, y deja que se derrame Tu Misericordia infinita sobre toda la tierra!
-Oración de NACER: “Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te amo, Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces).
-Oración final: “Querido Jesús Eucaristía. Debemos ya regresar a nuestros hogares. Nos alejamos de Tu Presencia Eucarística, con la alegría de haber estado en Tu Presencia. Enciéndenos en el fuego de Tu Amor, para que, en la familia, en la escuela, en el barrio, podamos contagiar a los demás con ese Amor inagotable de Tu Corazón Eucarístico. Nos vamos, pero volveremos pronto. Mientras tanto, te dejamos nuestros corazones delante de Tu altar, para que estén siempre, noche y día, ante Ti. No dejes que nunca nos apartemos de Ti”.
-Canto de despedida. Canción de los pastorcitos de Fátima.
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