Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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sábado, 9 de noviembre de 2013

El Evangelio para niños: “En el cielo nadie se casa porque todos son como ángeles”


(Domingo XXXII – TO – Ciclo C – 2013)
         En este Evangelio, Jesús nos cuenta cómo es el cielo: en el cielo, no hay casamientos, porque todos los que están en el cielo “son como ángeles” y por eso no hay necesidad de casarse (cfr. Lc 20, 27-38).
         ¿Qué quiere decir “ser como ángeles”? Quiere decir tener un cuerpo, este mismo cuerpo, pero resucitado, sano y sin ninguna enfermedad, lleno de la luz y de la gloria de Dios.
¿Cómo es un cuerpo “resucitado”? Es un cuerpo que no siente cansancio ni necesidad de dormir; tampoco experimenta hambre ni sed, y por eso no hay necesidad en el cielo de comer papas fritas ni tomar gaseosa, porque ya no hay más hambre ni sed; puede atravesar las paredes, como hizo Jesús cuando, después de resucitar el Domingo de Resurrección, entró en la habitación donde estaban los discípulos con la puerta cerrada; es un cuerpo que se puede mover muy rápido, basta pensar con ir a un lugar, para ya estar ahí en ese mismo momento; es un cuerpo que ya no se enferma, ni tiene fiebre, ni envejece, y es siempre joven; tampoco siente ningún dolor y, lo más importante de todo, está unido a su alma, que está siempre feliz, alegre, contenta, porque está siempre mirando a Tres Personas hermosas, las Tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad, y eso le causa una gran alegría, tanta, que no puede creer de tanta alegría que tiene.
¿Y quiénes son los que resucitan?

Los que mueren en gracia de Dios, porque la gracia santificante es como una lucecita en el corazón, que no se ve en esta vida, pero que en el momento de la muerte, empieza a volverse cada vez más grande, hasta ocupar todo el cuerpo, y a medida que va ocupando el cuerpo, lo va llenando de la vida, de la luz y de la gloria de Dios, hasta que el cuerpo queda todo lleno de luz, y esto es lo mismo que le pasó a Jesús el día que, con sus propias fuerzas, después de haber muerto el Viernes Santo, resucitó el Domingo de Resurrección. El que resucita es el que está unido a Jesús por la gracia, por la fe y por el Amor, y nadie puede resucitar para ir al cielo, sino es por la gracia de Jesús, y por eso es tan importante vivir y morir en gracia de Dios. Los que no están en gracia de Dios, también resucitan, pero su cuerpo, en vez de ser un cuerpo de luz, es un cuerpo oscuro, como el carbón, y como no están en gracia, nunca van a poder entrar en el cielo; esos van a un lugar donde no está Dios, y es el Infierno. El que va a ese lugar, es porque eligió morir en pecado y no en gracia de Dios. Por eso hay que rezar todos los días, pidiendo la gracia de la perseverancia final en la fe y en las buenas obras, para morir en gracia y resucitar y así, con el cuerpo y el alma llenos de la luz y de la gloria de Dios, entrar en la Casa del Padre para siempre.

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