(Domingo
VI - TC - Ciclo A - 2017)
“El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que
me ama” (Jn 14, 15-21). En el cielo,
los santos que están más cerca de Jesús, son los que más lo amaron en la
tierra. Con Jesús y nosotros, sucede como con los planetas y el sol: hay
algunos planetas que están muy cerca del sol, mientras que hay otros planetas
que están lejos del sol. Los que están más cerca del sol, reciben más luz y más
calor y tienen vida, como nuestro planeta Tierra; los que están más lejos,
reciben cada vez menos luz y menos calor, por lo que están a oscuras, hace
mucho frío, y no hay vida en ellos. Así sucede entre nosotros y Jesús: cuanto
más un alma ama a Jesús, “Sol de justicia”, más cerca está de Él y más recibe
de Jesús su luz, su vida divina y su Amor; el que más lejos está de Jesús, está
a oscuras, sin la vida de Dios y sin su Amor.
¿Cómo
saber “a qué distancia” estamos de
Jesús? Porque la diferencia entre nosotros y los planetas, es que los planetas
giran alrededor del sol en la órbita que Dios les fijó; en cambio, nosotros
podemos girar alrededor de Jesús libremente, es decir, podemos girar cerca o
lejos. ¿Cómo saber a qué distancia estoy de Jesús? El mismo Jesús nos da una
forma de “medir” nuestra distancia con Él: si cumplimos sus Mandamientos, o si
no los cumplimos.
¿Cuáles
mandamientos? Por supuesto que los Diez Mandamientos, o sea, el Decálogo, pero
también otros mandamientos que Él da en el Evangelio. ¿Cuáles son estos? Por ejemplo,
cuando Jesús dice: “Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado”, y Jesús
nos ha amado hasta la muerte de cruz. Quiere decir que si yo me enojo con mi
hermano por cualquier cosa sin importancia –y aunque sea algo importante-, o si
falto el respeto a los mayores, no cumplo lo que Jesús me dice, que los tengo
que amar hasta la cruz, y eso quiere decir ser paciente, comprensivo,
caritativo, y evitar siempre, siempre, los malos sentimientos.
Otro
ejemplo: Jesús dice: “Carga tu cruz de cada día y sígueme”, lo cual quiere
decir reconocer cuáles son mis pecados dominantes, los que cometo con más
frecuencia, y como esos pecados son mi cruz y nacen de mi corazón y sólo me los
puedo quitar si la Sangre de Jesús cae, gota a gota, sobre mi corazón, tengo
que seguir a Jesús, que va camino del Calvario, para que cuando Él sea
crucificado, yo esté a sus pies, arrodillado, para que su Sangre caiga sobre mí
y me limpie mis pecados por la confesión sacramental. Si no reconozco mis
pecados, si no me arrepiento los confieso en el Sacramento de la Penitencia,
quiere decir que no cargo mi cruz y que no hago lo que dice Jesús y, por lo
tanto, no amo a Jesús.
Cuanto
más cumplamos los Mandamientos de Jesús, seremos como esos planetas que están
más cerca del sol, los que reciben más luz, calor y vida, porque tanto más
cerca estaremos de Jesús, que es el Sol de justicia, y cuanto más cumplamos sus
Mandamientos, más luz divina, más calor de su Amor y más vida divina recibiremos
de Él. No seamos como los planetas que están más lejos del sol, que viven a
oscuras, fríos y sin vida; seamos como los planetas que están más cerca del
sol, que son más luminosos y más vida tienen y, para eso, cumplamos los
Mandamientos de Jesús. Amemos a Jesús, pero no de palabras, sino cumpliendo con
amor sus Mandamientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario