Hoy la Iglesia festeja a los santos. ¿Quiénes son los
santos? Los santos son personas que ahora y para siempre están en el cielo,
junto a Jesús, a la Virgen, y a los ángeles, gozando de una alegría que nunca
jamás se va a terminar. En el Cielo, en el Reino de Dios, en donde están ahora
los santos, la vida es hermosísima; no solo no hay dolor, ni llanto, ni
tristeza, sino que hay una alegría tan grande como el mismo Cielo.
¿Cómo llegaron al cielo?
Los santos llegaron al cielo porque cuando ellos vivían aquí
en la tierra, tenían tanto pero tanto amor por Jesús, que en lo único en lo que
pensaban, era en cómo agradar a Jesús, para después de esta vida, llegar al Cielo,
para estar con Jesús.
¿Y
cómo agradaban a Jesús? Ellos sabían que Jesús ama las almas que están en
gracia, porque al estar en gracia, son almas puras, humildes, llenas de la
bondad y del amor de Dios. Un alma que está en gracia y no en pecado, es un
alma que se convierte en una imagen viva de Dios en la tierra, y por eso Jesús
las ama tanto.
Los
santos amaban tanto a Jesús, que llevaban en sus mentes y en sus corazones los
Mandamientos de la Ley de Dios y se esforzaban por vivir según los
Mandamientos. Pero además, recordaban siempre las palabras de Jesús: “Perdona
setenta veces siete”; “Ama a tus enemigos”; “Carga tu cruz y sígueme”. También
los santos, cuando vivían en la tierra, se confesaban seguido, aun cuando no
tuvieran pecados mortales, para mantener sus almas siempre impecables y
perfumadas, con la pureza y el perfume de Cristo que da la gracia, y comulgaban
lo más seguido posible, no solo los Domingos, porque se acordaban que Jesús había
dicho: “El que coma de este Pan tendrá la vida eterna”. Por eso ellos
comulgaban con frecuencia y con mucho amor, porque querían tener la vida
eterna, que es la vida de Dios, en sus corazones.
Y,
por supuesto, también rezaban el Rosario, porque sabían que era la oración que
más le gustaba a la Mamá de Jesús, la Virgen y en todo momento hacían el
esfuerzo por ser buenos con los demás, para dar a los demás el Amor de Dios que
ellos recibían en la Confesión y en la Eucaristía. Así fue cómo los santos
ganaron el cielo: amando a Jesús, cumpliendo sus Mandamientos, confesando y
comulgando con frecuencia y siendo buenos con todos.
Cada uno de nosotros debe tener uno o más santos a los
cuales rezarles, y pedirles que nos protejan, a nosotros y a nuestros seres
queridos, pero sobre todo, tenemos que pedirles a los santos una cosa: que nos
ayuden para que, al igual que ellos, no solo tengamos el deseo de ser santos,
sino que los imitemos en el camino de la santidad, para así poder llegar al
Reino de Dios en la otra vida y vivir en el Amor de Dios, junto con Jesús, la
Virgen, los santos y los ángeles, para siempre.
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