Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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sábado, 31 de marzo de 2012

Domingo de Ramos para Niños y Adolescentes




El Evangelio nos habla de Jesús que entra en Jerusalén montado en una cría de asno. A su paso, todos los habitantes de Jerusalén, le cantan en su honor y con mucha alegría lo saludan a su paso, agitando palmas y formando con estas una especie de alfombra, porque para ellos Jesús es tan importante, que no solo Él, sino ni siquiera su burrito debe ensuciarse los pies con el polvo del camino.
         Todos, niños, jóvenes, adultos, ancianos, reciben a Jesús con ramos de olivo y palmas, que agitan a su paso, exclamando: “Hosanna al Hijo de David”, “Hosanna al Mesías”. Todos acompañan con gran alegría a Jesús, que entra en la ciudad de Jerusalén, y lo hacen porque se acuerdan de cómo Jesús les había dado de comer, multiplicando panes y peces; los había curado de muchas enfermedades graves, como la lepra; les había dado la vista a los ciegos, y había curado a sordos y mudos; había resucitado a los muertos; había expulsado a los demonios. Todos se acuerdan de todos los milagros que Jesús había hecho, y cantan cantos en su honor, y lo saludan con gran alegría, acompañándolo en su ingreso a Jerusalén.
         Pero resulta que esos mismos que el Domingo de Ramos lo acompañan con cantos y con alegría en su entrada a Jerusalén, porque se acordaban de todo lo que Jesús había hecho por ellos, unos pocos días después, el Viernes Santo, olvidándose de todos los favores de Jesús para con ellos, lo sacan fuera de Jerusalén, y en vez de cantarle cantos de alegría y de fiesta, lo insultan, y en vez de agitar palmas y ramos de olivo, agitan sus puños en alto, armados con palos, para descargarlos en Jesús.
Si el Domingo de Ramos dicen amar a Jesús, el Viernes Santo expresan rabia y furor, que los lleva a crucificar a Jesús en el Monte Calvario.
En esta gente, que cambia tanto, nos tenemos que ver reflejados nosotros, que también puede ser que en un momento decimos que amamos a Jesús, y en otro momento, nos enojamos con Él y lo golpeamos.
¿Cuándo sucede esto?
Por ejemplo, cuando venimos a Misa, y escuchamos la Palabra de Dios, y cantamos los cantos de la Misa, y acudimos a comulgar con amor, somos como los habitantes de Jerusalén el Domingo de Ramos.
¿Y cuándo nos comportamos como los habitantes de Jerusalén en el Viernes Santo?
Cuando nos enojamos con nuestro prójimo, y le decimos cosas malas; cuando desobedecemos a nuestros padres o a los mayores; cuando hacemos pereza y dejamos de hacer lo que tenemos que hacer, en la casa y en la escuela; cuando mentimos; cuando faltamos a Misa por pereza; cuando no rezamos por pereza. Todo esto nos hace parecer a los habitantes de Jerusalén en el Viernes Santo, porque con nuestros pecados, volvemos a crucificar a Jesús.
Le prometamos entonces a Jesús que vamos a tratar de nunca más pecar, para no crucificarlo, y que además vamos a hacer todo el esfuerzo para vivir en el amor y en el bien, dando amor y bondad a los que nos rodean.

1 comentario:

  1. Buenos días:

    Ayer me tomé la libertad de reproducir la hermosura pintura que exhibe en su entrada en una entrada mía sobre el Domingo de Ramos:

    http://beatusille.wordpress.com/2012/04/01/domingo-de-ramos/

    Por cierto, ¿sabe quién es su autor?

    Muy agradecido me despido deseándole una feliz Semana Mayor.

    Un saludo muy cordial.

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