Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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viernes, 24 de agosto de 2012

La Santa Misa para Niños (XXI) La copa del altar tiene un vino especial: la Sangre de Jesús.



Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:

“Tomen y beban todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía”.

“Beban de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre…”


Jesús, cuando estaba en la Última Cena con sus amigos, les dijo que Él, al día siguiente, Viernes Santo, iba a subir a la Cruz, y que iba a derramar su sangre para perdonarnos los pecados.
En esta parte de la Misa, nos tenemos que acordar de Moisés, cuando en el Antiguo Testamento, en el libro que se llama “Hebreos” (cfr. 9, 19-22), cuenta que iba al Templo y rociaba al pueblo con la sangre de un ternerito para purificar los pecados, aunque lo mismo la gente se quedaba con los pecados, porque un ternero no puede nunca sacar la mancha del pecado del alma.
En la Misa no hay terneros, sino un cordero, el Cordero de Dios, Jesucristo, que derrama su Sangre en nuestros corazones, para perdonarnos los pecados, y Él sí que nos perdona, porque su Sangre es la Sangre que tiene el poder de Dios.
También nos acordamos de una fiesta que hacían los judíos antes, que se llamaba Pascua: ahí lo que hacían era pintar las puertas de las casas con la sangre de un cordero, que después lo comían asado, para que cuando pasara el Ángel Exterminador no les hiciera nada.
En la Misa no se pintan las puertas con sangre de corderitos del campo, sino que se tiñen los labios con la Sangre del Cordero de Dios, Jesucristo en la Cruz, y se come carne de cordero, la Carne santa del Cordero de Dios, Jesucristo.
Y también nos tenemos que acordar del Apóstol Juan, el más joven de los Apóstoles amigos de Jesús, cuando él vio al soldado que le atravesaba el Corazón de Jesús, y le salía agua y sangre, y esa agua y esa sangre caían sobre el soldado romano, haciéndolo que se convierta y crea en Jesús, porque ese soldado dijo: “Este es el Hijo de Dios”.
En la Misa, no hay un soldado que le traspasa el Corazón a Jesús, pero sí sale Sangre y Agua, y esa Sangre y Agua la recoge el sacerdote en la Copa del altar, que se llama “cáliz”, y la da a beber a los que se acercan a comulgar, para que se conviertan y reciban la luz y la vida de Jesús, que es Dios. Por eso es que la Copa del altar tiene un vino muy especial: parece vino, pero es la Sangre de Jesús.
Y los que beben de este Vino, creen que Jesús es Dios, y entonces, creyendo en Jesús, después de esta vida, pueden ir al cielo para siempre, y ahí no solo nunca se van a aburrir, sino que van a estar tan divertidos y alegres, en compañía de Jesús y de la Virgen, y de todos los santos y los ángeles, que van a pasar mil años y va a ser como si pasara un minuto.
El Cielo va a ser más divertido que millones de recreos juntos; es más divertido que jugar a la Play; es más divertido y hay más alegría que cuando se juega al fútbol con los amigos, o a cualquier juego que nadie pueda inventar, porque el Cielo es estar junto a Jesús y a la Virgen para siempre.

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