En una oración que se llama “Plegaria Eucarística II”,
el sacerdote llama al Espíritu Santo, extendiendo sus manos sobre el pan y el
vino, y le pide a Él que con su poder convierta el pan y del vino en el Cuerpo
y Sangre de Jesús: “Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por
esto te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de
manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo,
nuestro Señor”.
En esta parte de la Misa, vemos cómo sobre el
altar, viene el Espíritu Santo, que en la Biblia aparece como una dulce palomita blanca, cuando
el sacerdote dice las mismas palabras que dijo Jesús en la Última Cena –“Esto
es mi Cuerpo, esta es mi Sangre”-, vuela sobre las ofrendas, y con su poder, hace
que el pan y el vino se conviertan en su Cuerpo y en su Sangre.
El Espíritu Santo entonces
vuela como palomita blanca, y con su poder hace que el pan y el vino se
conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Jesús.
Pero el Espíritu Santo es
también fuego, como dice la Biblia. Después
que Jesús murió y resucitó, subió al cielo, y desde ahí envío al Espíritu
Santo, que se les apareció a la
Virgen y a los Apóstoles como lenguas de fuego, y eso es lo
que se llama “Pentecostés”. Por eso el Espíritu Santo es llamado también “Fuego
de Amor divino”: “…de repente vino del cielo un estruendo. . . un
viento recio que soplaba (…) se les aparecieron lenguas repartidas, como de
fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu
Santo” (cfr. Hch 2, 1-13).
Entonces, además de
sobrevolar como palomita blanca, el Espíritu Santo, que es fuego –invisible-,
baja desde el cielo para convertir el pan y el vino en la Eucaristía.
¿Y cómo lo hace?
Para saber
cómo hace el Espíritu Santo, tenemos que acordarnos de cuando papá hace un
asado: antes que el fuego de las brasas cocine la carne, esta es solamente
carne cruda, pero cuando el fuego comienza a cocinarla, parte de la carne se
convierte en humo, que asciende hacia arriba, y así de material que era, se
convierte en algo inmaterial, como si fuera espiritual.
El Fuego
que es el Espíritu Santo, obra también sobre una carne, una carne de cordero,
la carne del Cordero de Dios, y por el fuego del Espíritu Santo, la carne de
Cristo es abrasada con las llamas del Amor de Dios, y lo convierte en su Cuerpo
glorificado, el cual se eleva a los cielos, ascendiendo como suave fragancia de
perfume suavísimo, que se ofrece a Dios, por nuestros pecados y por nuestra
salvación.
La Eucaristía es entonces la Carne del Cordero de Dios, asada en el Fuego del
Espíritu Santo, servida por Dios Padre en el banquete celestial, la
Santa Misa, a sus hijos adoptivos.
Y también, así como el fuego
cuece el pan y lo deja listo para ser comido, así también el Espíritu Santo,
baja sobre el altar como fuego y convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
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