Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

El Evangelio para Niños - 4to Domingo de Adviento: el Niño de Belén es Dios


         Muchos dicen que el Niño de Belén era un niño como cualquier otro, pero el Evangelio de hoy, nos dice que no, que ese Niño es Dios, porque eso es lo que el Ángel le dice a San José en sueños: “El niño que ha sido engendrado en María proviene del Espíritu Santo”. Y ésta es la noticia más hermosa que podríamos recibir, porque no es lo mismo que sea un niño común, a que sea el Niño-Dios.
¿Qué pasaría si Jesús fuera un niño común y no el Niño Dios?
Si Jesús fuera un niño común, la Virgen no sería nuestra Madre del cielo y no nos protegería como lo hace cada día.
Si Jesús fuera un niño común, nunca nos habría salvado desde la Cruz, ni hubiera vencido al diablo, ni nos habría quitado nuestros pecados en la confesión, ni tampoco seríamos hijos de Dios por el bautismo.
Si Jesús fuera un niño común, el Papa no sería el Representante de Dios en la tierra, y la Iglesia Católica no sería la Única Iglesia verdadera.
Si Jesús fuera un niño común, la Eucaristía no sería el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús, y sería solo un pancito bendecido, pero no la Carne gloriosa y resucitada del Cordero de Dios.
Si Jesús fuera un niño común, después de la muerte no tendríamos esperanzas de ir al cielo, porque no habría nadie que nos perdonara los pecados, y si los pecados no se perdonan, entonces las Puertas del cielo quedan cerradas, porque nadie puede entrar en el cielo con pecados en el corazón.
Pero, gracias a Dios, el Niño de Belén, que nacerá para Navidad, es el Niño Dios; es Dios, hecho Niño, sin dejar de ser Dios, y es esto lo que el Ángel Gabriel le dice a San José en sueños: “El niño que ha sido engendrado en María proviene del Espíritu Santo”.
Y porque el Niño de Belén es el Niño Dios, esperamos la Navidad con mucha, muchísima alegría, porque entonces quiere decir que la Virgen es la Madre de Dios y es también nuestra Madre del cielo, que nos ama y nos protege y nos cuida día a día.
Porque el Niño de Belén es el Niño Dios, Él nos salva desde la Cruz, porque así como abre sus bracitos en el Pesebre de Belén, así en la Cruz abre sus brazos para salvarnos, para que de su Corazón traspasado salga su Sangre, para que caiga sobre nosotros y nos salve.
Porque el Niño de Belén es Dios, entonces el diablo ha sido vencido para siempre, porque el Niño Dios, al crecer, subió a la Cruz y desde ahí lo derrotó para siempre con su poder de Dios.
Porque el Niño de Belén es Dios, somos adoptados por Dios como hijos suyos muy queridos y los pecados se nos quitan en la confesión.
Porque el Niño de Belén es Dios, el Papa es el Representante de Dios en la tierra, y la Iglesia Católica es la Única Iglesia verdadera.
Porque el Niño de Belén es Dios, la Eucaristía es su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad, y también todo su Amor de Dios, porque el Hijo de Dios se hizo Carne en el Niño de Belén, para que nosotros, al comer la Carne gloriosa del Cordero de Dios, nos alimentáramos con el Amor de Dios en la Eucaristía.
Porque el Niño de Belén es Dios, tenemos la esperanza de ir al cielo, porque el Niño Dios nos perdona los pecados y así las Puertas del cielo se abren y podemos entrar en él, porque al cielo van todos los que mueren confesados y con sus almas lavadas con la Sangre del Niño de Belén, que desde la Cruz cae en el alma.
Porque el Niño de Belén es Dios, es que nos alegramos y saltamos de gozo para Navidad, que es cuando nace el Niño de Belén en nuestros corazones, por la gracia.



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