Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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domingo, 17 de diciembre de 2017

El Evangelio para Niños: Que nuestro corazón sea un Pesebre donde nazca el Niño Dios


(Domingo III – TA – Ciclo B – 2017 – 2018)

Hay una forma de vivir la Navidad que agrada a Dios y hay otra forma que no agrada a Dios. ¿Cómo vivir la Navidad de manera que agrade a Dios?
Lo primero que hay que hacer, es recordar qué es lo que festejamos en Navidad: recordamos cuando vino Jesús por Primera Vez. ¿Cómo vino por Primera Vez? Él era Dios, pero no vino mostrándose como Dios, es decir, lleno de esplendor y de majestad; vino como un Niño, naciendo milagrosamente del seno virgen de María, en un Portal de Belén, que era oscuro y frío y servía como refugio de animales. En la Santa Misa de Nochebuena, la Iglesia recuerda ese Nacimiento milagroso, pero como en la Misa actúa el Espíritu Santo, el Espíritu Santo obra un milagro maravillosísimo, porque hace que el recuerdo se haga realidad. Esto quiere decir que no solo nos acordamos que Jesús nació en Belén, sino que, misteriosa pero realmente, es como si nosotros, por la Misa de Nochebuena, viajáramos en el tiempo, hasta Palestina, hace veintiún siglos, y estuviéramos frente al Niño Dios, recién nacido para nuestra salvación. O también, si queremos, es como si el Belén viajara hasta nosotros y estuviera, sobre el altar, delante de nuestros ojos. Invisible, pero delante de nuestros ojos. Por la Santa Misa de Nochebuena, experimentamos un milagro maravillosísimo, que es estar delante del Niño Dios, recién nacido en el Portal de Belén.
Otra forma de vivir la Navidad que agrada a Dios, es pedirle a la Virgen la gracia de que nuestros corazones sean como el Portal de Belén: era refugio de animales, que representan a nuestras pasiones –ira, pereza, etc.-; también estaba oscuro –es el corazón que no tiene la luz de la fe- y frío –es el corazón que no tiene el amor de Dios-, pero cuando nació el Niño Dios, el Portal de Belén se llenó de la luz de la gloria del Niño Jesús, se escucharon los cantos de los ángeles y todo el Portal quedó lleno del Amor de Dios. Así también nuestro corazón, que es oscuro y frío como el Portal de Belén antes que naciera el Niño Dios, quedará lleno de la luz y del Amor de Dios, si el Niño Dios nace en él. Ésta es la Navidad que le agrada a Dios: aquella en la que nuestro corazón es como un Pesebre en donde nace el Niño Dios, para allí ser amado, bendecido y adorado, y en donde la verdadera fiesta de Navidad es la Santa Misa de Nochebuena. Después de esto, sí, podemos compartir con la familia y los amigos una rica cena, pero si faltan la Misa de Nochebuena y si nuestros corazones no son como el Portal de Belén, entonces esa Navidad no agrada a Dios.

Tampoco agrada a Dios una navidad sin el Niño Dios, una navidad pagana, en donde en vez del Niño Dios está Papá Noel, que es un invento de la Coca-Cola; una navidad en lo que lo que importan son los regalos y festejar por festejar, pero sin la Alegría de Dios, que desde el Pesebre nos regala su Amor y su Alegría; una navidad en donde lo que importa es comer cosas ricas, pero sin acordarnos del Niño de Belén. Que nuestros corazones sean entonces como otros Pesebres en donde nazca el Niño Dios y que la verdadera fiesta de Navidad sea la Santa Misa de Nochebuena.

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