"Niño Jesús Rey"
(de la Escuela de Cuzco)
(Domingo
I – TA – Ciclo B – 2017 – 2018)
¿Qué quiere decir la palabra “Adviento”? Significa “venida”
o “llegada” y para nosotros los católicos es la venida o llegada de Jesús. El
Adviento se coloca antes de la Navidad, porque nos preparamos para recordar,
por medio de la liturgia, la Primera Venida de Jesús. Otro significado del
Adviento es la preparación para cuando Jesús llegue por Segunda Vez, en su
gloria, en los cielos.
Entonces, como dijimos, el Adviento es tiempo para
prepararnos espiritualmente para recordar litúrgicamente cuando Jesús vino por
Primera Vez: vino como un Niño, siendo Dios, y vino sin que casi nadie lo
supiera, a excepción de su Mamá, la Virgen y de San José, su padre adoptivo,
además de los pastores, a los que les anunciaron los ángeles. Por eso es que en
Adviento se leen algunas lecturas como la profecía de Isaías de que “el Mesías
iba a nacer de una Virgen”.
Además, el Adviento es tiempo de prepararnos espiritualmente
para otra venida de Jesús, que es la Segunda Venida en la gloria, en la cual
todos los veremos, porque habremos de estar delante de Él, para recibir el
premio o el castigo por nuestras obras.
Entre la Primera Venida en Belén y la Segunda Venida en las
nubes del cielo, podemos decir que hay una “Venida intermedia”, que consiste en
que Jesús baja del cielo, por el poder del Espíritu Santo, para que nosotros lo
recibamos por la comunión eucarística. Por eso, cada Misa debe ser vivida con la
expectativa de alguien que espera a la persona que ama: a quien se ama, no se
espera de cualquier manera, sino lo mejor vestido posibles, perfumados y, si es
posible, un pequeño presente, como por ejemplo, un niño que espera a su madre,
la cual cumple años. En Adviento esperamos a Jesús en la gloria y como
agradecimiento, le ofrecemos nuestro pobre corazón, adonado con la gracia
santificante.
Jesús viene en Navidad, viene en cada Santa Misa, viene para
juzgarnos al Final del mundo y es para estas tres veces que viene Jesús, que la
Iglesia nos da el tiempo de Adviento, para que nos preparemos para recibirlo en
nuestros corazones, en estado de gracia y con mucho amor. ¿Cómo prepararnos
para recibirlo? Por el sacrificio y la penitencia –eso significa el color
morado- . ¿De qué manera podemos hacer sacrificio y penitencia? Como el Ángel
les dijo a los pastorcitos, “De todo podéis hacer sacrificio”, lo cual quiere
decir, por ejemplo, privarnos de cosas buenas que nos gustan, como un helado,
pero sin decirlo a nadie, etc. hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada,
es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, por
amor y a través de las manos de la Virgen a Jesús, cosas que cuestan trabajo,
como ser amable con el vecino que no nos simpatiza o ayudar a otro en su
trabajo[1]. La
penitencia es lo que hacemos, interior o exteriormente –por ejemplo, oración,
ayuno, limosna, que expresan la conversión con relación a sí mismo, con
relación a Dios y con relación a los demás-, con la intención de reparar por
nuestros pecados y los de nuestros hermanos[2], además
de reforzar nuestro deseo de luchar contra el pecado y de vivir en gracia, como
hijos de Dios.
Otra manera de vivir el Adviento es mediante la oración, porque
sin oración no hay vida espiritual posible. Por último, la otra forma de vivir
el Adviento, es obrando la misericordia –según las catorce obras de
misericordia dispuestas por la Iglesia-, para que así nuestro corazón sea digno
de recibir a Jesús, que es la Divina Misericordia encarnada, el Dios que vino,
que viene y que vendrá.
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