Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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domingo, 3 de diciembre de 2017

El Evangelio para Niños: Adviento es prepararnos para la Venida del Señor que vino, que viene y que vendrá


"Niño Jesús Rey"
(de la Escuela de Cuzco)

(Domingo I – TA – Ciclo B – 2017 – 2018)

         ¿Qué quiere decir la palabra “Adviento”? Significa “venida” o “llegada” y para nosotros los católicos es la venida o llegada de Jesús. El Adviento se coloca antes de la Navidad, porque nos preparamos para recordar, por medio de la liturgia, la Primera Venida de Jesús. Otro significado del Adviento es la preparación para cuando Jesús llegue por Segunda Vez, en su gloria, en los cielos.
         Entonces, como dijimos, el Adviento es tiempo para prepararnos espiritualmente para recordar litúrgicamente cuando Jesús vino por Primera Vez: vino como un Niño, siendo Dios, y vino sin que casi nadie lo supiera, a excepción de su Mamá, la Virgen y de San José, su padre adoptivo, además de los pastores, a los que les anunciaron los ángeles. Por eso es que en Adviento se leen algunas lecturas como la profecía de Isaías de que “el Mesías iba a nacer de una Virgen”.
         Además, el Adviento es tiempo de prepararnos espiritualmente para otra venida de Jesús, que es la Segunda Venida en la gloria, en la cual todos los veremos, porque habremos de estar delante de Él, para recibir el premio o el castigo por nuestras obras.
         Entre la Primera Venida en Belén y la Segunda Venida en las nubes del cielo, podemos decir que hay una “Venida intermedia”, que consiste en que Jesús baja del cielo, por el poder del Espíritu Santo, para que nosotros lo recibamos por la comunión eucarística. Por eso, cada Misa debe ser vivida con la expectativa de alguien que espera a la persona que ama: a quien se ama, no se espera de cualquier manera, sino lo mejor vestido posibles, perfumados y, si es posible, un pequeño presente, como por ejemplo, un niño que espera a su madre, la cual cumple años. En Adviento esperamos a Jesús en la gloria y como agradecimiento, le ofrecemos nuestro pobre corazón, adonado con la gracia santificante.
         Jesús viene en Navidad, viene en cada Santa Misa, viene para juzgarnos al Final del mundo y es para estas tres veces que viene Jesús, que la Iglesia nos da el tiempo de Adviento, para que nos preparemos para recibirlo en nuestros corazones, en estado de gracia y con mucho amor. ¿Cómo prepararnos para recibirlo? Por el sacrificio y la penitencia –eso significa el color morado- . ¿De qué manera podemos hacer sacrificio y penitencia? Como el Ángel les dijo a los pastorcitos, “De todo podéis hacer sacrificio”, lo cual quiere decir, por ejemplo, privarnos de cosas buenas que nos gustan, como un helado, pero sin decirlo a nadie, etc. hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, por amor y a través de las manos de la Virgen a Jesús, cosas que cuestan trabajo, como ser amable con el vecino que no nos simpatiza o ayudar a otro en su trabajo[1]. La penitencia es lo que hacemos, interior o exteriormente –por ejemplo, oración, ayuno, limosna, que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás-, con la intención de reparar por nuestros pecados y los de nuestros hermanos[2], además de reforzar nuestro deseo de luchar contra el pecado y de vivir en gracia, como hijos de Dios.
         Otra manera de vivir el Adviento es mediante la oración, porque sin oración no hay vida espiritual posible. Por último, la otra forma de vivir el Adviento, es obrando la misericordia –según las catorce obras de misericordia dispuestas por la Iglesia-, para que así nuestro corazón sea digno de recibir a Jesús, que es la Divina Misericordia encarnada, el Dios que vino, que viene y que vendrá.      

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