Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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domingo, 24 de octubre de 2010

DON BOSCO Y EL SUEÑO DE LA IGLESIA, EL PAPA, LA VIRGEN Y LA EUCARISTÍA


¿Alguien vio alguna vez una película de esas donde hay de esos barcos grandes, con velas altas y cuadradas, que se tiran cañonazos para tratar de hundirse? Bueno, una vez, un santo que se llamaba Don Bosco, tuvo un sueño en donde aparecían barcos que peleaban en el mar. En ese sueño, él veía un barco grande, gigante, que estaba en el mar, y el capitán de ese barco era el Papa. También veía que había muchos barcos chiquitos, que iban por el mar al lado del barco grande, y otros barcos, chicos y grandes, que se preparaban para atacar al barco donde iba el Papa, y para eso preparaban los cañones, los rifles, las flechas con fuego, y las espadas y los cuchillos, porque querían acercarse a la nave grande, saltar dentro de ella, y prenderle fuego y hundirla.

En el sueño, Don Bosco veía cómo esas naves malas se acercaban cada vez más a la nave grande, y le empezaban a disparar con los caños, con los rifles, y con todo lo tenían; además, comenzó a haber una gran tormenta: las nubes se pusieron todas negras, muy negras, y se veían los rayos y se escuchaban los truenos, y como comenzó a correr un viento muy fuerte, las olas del mar se hacían cada vez más grandes, y amenazaban con hundir a la barca donde iba el Papa. El Papa iba al frente de la nave, y manejaba el timón para llevar al barco a un lugar en medio del mar, donde habían dos columnas grandes, enormes: una tenía una imagen de la Virgen Inmaculada, y otra tenía una Hostia consagrada, muy grande, que se veía desde lejos.

La tormenta se hacía más y más grande, el viento soplaba cada vez más y más fuerte, y las olas se hacían cada vez más y más grandes. Además, los barcos medianos y chicos, se habían acercado mucho; tanto, que los disparos de los cañones, de las flechas de fuego, y de los rifles, hacían que la madera de la barca del Papa se agujereara, y así empezaba a entrar agua, pero cuando esto pasaba, soplaba un viento suave que salía de las columnas de la Virgen y de la Eucaristía, y los agujeros de la barca se cerraban.

Pero como los barcos malos estaban muy cerca, y disparaban con todo lo que tenían, uno de los disparos le dio al Papa, y el Papa cayó herido; se levantó, pero de nuevo lo alcanzó un disparo, y el Papa murió. Cuando los barcos malos se dieron cuenta que el Papa había muerto, se pusieron todos contentos, y comenzaron a disparar más fuerte y más rápido todavía, pero ahí nomás los que iban en el barco del Papa eligieron a otro Papa, y entonces los barcos malos comenzaron a tener miedo y a perder el ánimo, y también se comenzaron a pelear entre ellos, tan fuerte, que se hundían unos a otros.

El nuevo Papa tomó el timón, y en medio de la tormenta, siguió conduciendo la barca, hasta que la barca llegó a las columnas de la Virgen y de la Eucaristía, y ahí los marineros la ataron a la nave a las columnas, con una cadena para cada columna.

Cuando pasó esto, el mar se calmó, la tormenta se terminó, las nubes negras se fueron, dejaron de caer los rayos, y además, los barcos malos empezaron todos a pelearse y a hundirse, y los que quedaban salieron remando a toda velocidad, mientras se seguían peleando entre ellos.

Los barcos chiquitos, que se habían quedado lejos, viendo la pelea, se acercaron a la barca y a las columnas, y se subieron todos a la barca grande, donde estaba el Papa.

La barca donde va el Papa, es la Iglesia, y ahí estamos nosotros; la tormenta, con los rayos y el viento y las olas altas, y las naves malas que tratan de hundir a la nave del Papa, son el demonio y los hombres malos, y todas las cosas malas que hay en el mundo.

Las columnas, con la imagen de la Virgen Inmaculada, y con la Hostia, quieren decir que lo que nos salva de todo mal, y lo que nos lleva al cielo, es el amor a la Virgen y el amor a Jesús Eucaristía.

Si nosotros amamos mucho a la Virgen, si le rezamos el Rosario, que es la oración que a Ella más le gusta, y si venimos todos los domingos a Misa, para recibir a Jesús Eucaristía en el corazón, no tenemos que tener ningún miedo de nada, y vamos a estar seguros de que nos vamos a salvar.

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