Primer Misterio de
Gozo: la Anunciación del Ángel y la
Encarnación del Hijo de Dios (Lc
1, 30-32, 38). El Arcángel Gabriel, enviado por Dios, le anuncia a María
Santísima que ha sido elegida por Dios para ser la Madre de Dios Hijo
encarnado. Cada vez que rezamos el Rosario, le recordamos a la Virgen el
anuncio más hermoso que recibió en su vida: que conservando intacta su pureza, habría
de ser la Madre de Dios, porque iba a engendrar a Dios Hijo por el poder del
Espíritu Santo.
Segundo Misterio de Gozo: la Visitación de María Santísima a
su prima Santa Isabel (Lc 1, 39-43). Estando encinta de
Jesús, la Virgen emprende un largo viaje para ayudar a su prima Santa Isabel,
quien también ha concebido por gracia de Dios, en su vejez. Con la Visita de
María, Isabel se llena del Espíritu Santo y llama a la Virgen “Madre de Dios”,
mientras que Juan Bautista, “salta de alegría” en el seno de Isabel, al
escuchar el saludo de la Virgen. Y esto sucede porque cuando llega María, con
María llega Jesús y Jesús sopla el Espíritu Santo sobre las almas. ¡Oh Virgen santa y Pura, visítanos, para que
Contigo venga Jesús y Él nos dé el Espíritu Santo, y así nuestros corazones se
verán llenos del Amor de Dios!
Tercer Misterio de Gozo: El Nacimiento de Jesús (Lc 2,
6-11). El Niño Jesús nace milagrosamente en Belén, Casa de
Pan, de la misma manera a como un rayo de sol atraviesa un cristal, dejándolo
intacto antes, durante y después de haber pasado por él. La Virgen es el
Diamante celestial, la Roca de cristal, de la cual surge Cristo, Luz del mundo.
¡Madre de Dios y Madre mía, haz que Jesús
nazca en mi corazón, pobre y oscuro como el Portal de Belén, para que viva yo
iluminado por la luz de su gracia!
Cuarto Misterio de Gozo: La Presentación de Nuestro Señor
en el Templo y la Purificación de María Santísima (Lc 2, 22-25, 34-35).
Cumpliendo el precepto de la Ley, que mandaba ofrecer a Dios a todo
primogénito, la Virgen lleva al Niño Dios al Templo, para ofrecerlo al Señor. ¡Oh María, haz que yo sea siempre como un
niño pequeño, para que me lleves entre tus brazos, me estreches contra tu Inmaculado
Corazón y unido a Jesús, me ofrezcas al Padre como sacrificio de alabanza!
Quinto Misterio de Gozo: El Niño Perdido y Hallado en el
Templo (Lc 2, 41-47). Luego de subir a Jerusalén para la
fiesta de la Pascua, María y José regresan, por separado, a su hogar, pensando
cada uno que el Niño está con el otro. Al darse cuenta de que el Niño no viene
con ellos, lo buscan por tres días, hasta encontrarlo en el Templo, donde siempre
había estado. ¡María Santísima, llévame
de tu mano hasta el sagrario, para encontrar allí a tu Hijo amado, Jesús
Eucaristía!
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