Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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martes, 15 de marzo de 2011

Jesús reza y ayuna en el desierto por mí

Después de ayunar durante cuarenta días y noches,
Jesús es tentado por el demonio,
que se le aparece como un fraile con cuernos
Autor: Juan de Flandes

Estamos en Cuaresma, y por eso el sacerdote usa ornamentos de color morado. ¿Qué quiere decir “Cuaresma”? ¿Qué tenemos que hacer en Cuaresma?

Para responder qué es la Cuaresma, y qué tenemos que hacer en Cuaresma, tenemos que fijarnos en Jesús, porque “Cuaresma” viene de “cuarenta”, que son los días que Jesús se fue al desierto, sin comer nada, y rezando todo el día.

“Cuaresma” quiere decir entonces “cuarenta”, por los cuarenta días que Jesús estuvo en el desierto. Y si Jesús fue al desierto, nos tenemos que preguntar si Jesús estuvo cómodo en el desierto, o no. Para saberlo, veamos cómo es el desierto.

¿Cómo es el desierto? ¿Alguien fue alguna vez a un desierto, o aunque sea lo vio en películas? Seguramente, que casi ninguna de nosotros ha estado en el desierto, pero tal vez hemos visto alguna vez el desierto en un documental, o en las clases de geografía o de historia en la escuela. Bueno, resulta que el desierto es un lugar muy peligroso, porque no hay nada ni nadie; no hay nada de comida –no se puede plantar nada porque en vez de tierra, hay arena, y en la arena no crecen las plantas, sólo los cactus, pero los cactus no se pueden comer-; no hay nada de agua, porque no llueve nunca, porque nunca hay nubes en el cielo, sino solamente el sol, que quema la piel y que hace tener mucha sed; puede ser que haya agua en algún pozo, que se llama “oasis”, pero capaz que hasta que encontrás uno, ya te morís; en el desierto no hay personas, porque nadie puede vivir en un lugar así; en el desierto también hay animales como las víboras, que son venenosas, y si te muerden, te matan, porque te inyectan el veneno; además hay insectos como las arañas, que también son peligrosas; también hace mucho, muchísimo calor durante el día, y no hay ni un árbol para que te haga un poco de sombra, y a la noche, hace mucho pero mucho frío, con temperaturas bajo cero, y sino te tapás bien con una frazada, te podés morir congelado.

Jesús fue al desierto por nosotros, y por eso en Cuaresma nos acordamos de todo lo que Jesús sufrió en el desierto por nosotros: calor, frío, hambre, sed; el peligro de las alimañas, como las víboras, las arañas; y al final de todo, tuvo que soportar verlo al diablo, con todo lo feo que es, y además lo dejó que lo tentara, para enseñarnos que nosotros podemos vencer al diablo con la ayuda de Él, que es Dios.

Jesús no tuvo ninguna comodidad en el desierto, y sufrió mucho, y todo lo que Él sufrió, lo sufrió por nosotros, por amor a nosotros, para que nosotros pudiéramos salvarnos.

En Cuaresma entonces tenemos que acordarnos de Jesús, que por nosotros, para salvarnos, se fue al desierto, a pasar hambre y sed, frío y calor, y después le ganó al demonio cuando éste lo trató de engañar con las tentaciones.

Pero no solo nos tenemos que acordar de Jesús: también tenemos que unirnos a Jesús, es decir, tenemos que tratar de entrar dentro del Corazón de Jesús. ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Cómo podemos entrar dentro del Corazón de Jesús? Haciendo algún pequeño sacrificio, como por ejemplo, privarme de algo que me gusta, o comer sin protestar lo que no me gusta, o hacer todo lo que me pidan sin renegar, o no pelear con los hermanos, o contestar bien a los papás y a los mayores, o también no jugar tanto a los video-juegos, estudiar más, ayudar más en la casa. Todo eso se llama “mortificación” y “penitencia”, y es la forma en la que podemos estar junto a Jesús que está en el desierto.

No puedo yo estar cómodo en mi casa, jugando todo el día, o portándome mal o más o menos, si Jesús está en el desierto sufriendo por mí.

Por eso, en Cuaresma, para ser agradecidos con Jesús, que por mi salvación está en el desierto, le prometamos a Jesús que vamos a tratar de hacer más penitencia y más mortificación, y vamos a rezar todos los días, para estar cerca, muy cerca de Él en el desierto. Y si hacemos penitencia y mortificación, y si rezamos y tratamos de ser buenos, vamos a estar muy pero muy cerca de Jesús: tan cerca, que vamos a estar dentro de su Sagrado Corazón.

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