Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

domingo, 4 de noviembre de 2012

¿Como qué es la Primera Comunión?



     

         Es como un templo preparado para la Santa Misa: hay un altar, está todo limpio, iluminado, perfumado; hay muchas flores alrededor del altar, del sagrario, de la imagen de la Virgen; se escuchan cantos de Misa, que son cantos de alabanza y de honor a Dios Trino.
         Así tiene que estar el corazón en la Primera Comunión, como un templo preparado para la Santa Misa: al igual que el templo, el corazón tiene que estar todo perfumado, limpio, iluminado, dispuesto como un altar; tiene que tener la presencia de la Virgen, se tienen que escuchar cantos de alabanza y de honor a Dios Trino, y sobre todo, tiene que haber un gran deseo, basado en el amor, de recibir a Jesús en la Eucaristía.
         Pero al igual que sucede con el templo, que algunas veces puede no estar limpio, ni con flores, ni iluminado, también puede suceder que el corazón se encuentre sin luz, oscurecido; puede suceder que en vez de cantos de alabanza a Dios, se escuchan cantos del mundo, que aturden y ensordecen y alejan de Dios; puede suceder que en vez de amor a Jesús, el corazón esté ocupado por otros sentimientos, como sentimientos de enojo, de egoísmo, de orgullo, y como en un corazón así no está Jesús, tampoco está la Virgen, su Mamá; puede suceder que el corazón, en vez de tener paz y amor, tenga sentimientos de discordia, de desunión, y también de pereza y de ganas de no recibir a nadie.
         Entonces, ¿cómo preparar el corazón para la Primera Comunión, para que no solo no esté así, sino para que esté de fiesta, todo luminoso, todo lleno de flores, de perfumes, de alegría y con deseos de recibir a Jesús en la Eucaristía?
         La única manera de tener bien preparado el corazón para recibir a Jesús Eucaristía, es por la gracia santificante, que viene por la Confesión sacramental, porque es la gracia la que hace que el corazón esté limpio, luminoso, resplandeciente, con perfume de flores frescas; sólo la gracia santificante hace que el corazón tenga deseos de recibir a Jesús; sólo por la gracia santificante, en el corazón se encuentra la Virgen, esperando a Jesús, porque por Ella nos vienen todas las gracias, y nos viene el Autor de toda Gracia, Cristo Jesús.
         Así tiene que estar el corazón para recibir a Jesús por primera vez en la Eucaristía, pero no tiene que estar así sólo el día de la Primera Comunión, sino que tiene que estar así todos los días de la vida: limpio, fresco, puro, con perfumes más ricos que los de las flores, dispuesto como un altar para una fiesta; todos los días el corazón tiene que estar en gracia, para recibir al Dios de la Eucaristía, Cristo Jesús, que baja desde el cielo para venir a quedarse en nuestro corazón, y para hacer de nuestro corazón un altar en donde Él pueda quedarse para siempre.

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