Divino Niño Jesús: Tú dijiste
la venerable Margarita del Santísimo Sacramento en el año 1636: “Todo lo que
quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y tu oración será
escuchada”. Confiados en tus palabras, te rezamos esta novena en tu honor,
pidiéndote una intención distinta cada día.
Día uno: Amar a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.
“Querido Niño Jesús, te pedimos la
gracia de tener siempre, en la mente y en el corazón, el mandamiento más
importante de todos, el que nos abre las puertas del cielo: “Amar a Dios sobre
todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Haz que demostremos nuestro amor
a Dios asistiendo a Misa los Domingos, y a nuestro prójimo, brindando nuestro
auxilio a los más necesitados, y a todos respeto, tolerancia, paz y amor.
Amén”.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
Día dos: Honrar padre y madre.
“Querido Niño Jesús, Tú que siendo Niño honraste a tu padre
adoptivo, San José, y a tu Madre, la Virgen
María, obedeciéndoles en todo, tratándolos siempre con infinito
amor y respeto; haz que nosotros, a imitación tuya, sepamos también amar y
honrar a nuestros padres y mayores, obedeciéndolos en todo y siendo
respetuosos, amables y agradecidos con ellos, y nunca permitas que cometas el
pecado de la desobediencia y de la falta de respeto. Divino Niño, haz que nos
santifiquemos en el amor a nuestros padres. Amén”.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
Día tres: Morir antes que pecar.
“Querido Divino Niño, Tú que siendo Dios, te hiciste Niño
en el seno de tu Mamá, la Virgen,
sin dejar de ser Dios; Tú, que como Niño Dios eres el Lirio purísimo de los
cielos, que con su fragancia de exquisito perfume deleita a los ángeles y
santos en el cielo, haz que imitemos tu Santa Pureza, y no permitas que nada
impuro contamine nuestras mentes y nuestros corazones. Haz que tu Mamá, la Virgen Inmaculada, Ella también
Purísima y Sin mancha, nos preserve de la contaminación del mundo, que exalta
la impureza como norma de vida, y nos conceda la gracia de vivir siempre, aún
cuando ya seamos grandes, con tu pureza, la pureza del Divino Niño. Amén”.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
Día cuatro: Combatir la pereza.
“Querido Divino Niño, Tú que desde
muy pequeño aprendiste el oficio de carpintero ayudando a San José en su
taller; Tú que colaborabas con tu Mamá, la Virgen, en las tareas domésticas de todos los
días, aleja de nosotros el pecado de la pereza, tanto de la corporal, que nos
lleva a evitar todo tipo de esfuerzo físico y a no cumplir con nuestro deber de
estado, como la pereza espiritual o acedia, que nos lleva a sentir hastío por
la oración y a descuidar el deber de amor que tenemos para contigo, deber que
se salda con la oración. Haz que seamos sacrificados y nos esforcemos por
cumplir nuestro deber, para así santificarnos en las tareas de todos los días.
Amén”.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
Día cinco: Reconocer el espíritu del
mundo.
“Querido Divino Niño, Tú que viniste
del cielo, del seno de tu Padre, en donde todo es santidad y bondad, y quieres
que nosotros vayamos ahí algún día, haz que sepamos reconocer, en las cosas que
nos rodean, el espíritu del mundo, que son todas las cosas malas que nos
apartan de Ti. Danos el Don de Sabiduría, para saber qué es lo que te agrada, y
qué es lo que te disgusta, para que así obremos lo que te agrada y evitemos lo
que te ofende. Amén”.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
Día seis: Desear los bienes del cielo.
“Querido Niño Jesús, Tú que en el
Evangelio dijiste: “Atesorad tesoros en el cielo”, quita de nosotros toda
codicia por los bienes terrenos, para que deseemos sólo los bienes del cielo,
el primero de todos, tu Amor eterno. Haz que te amemos siempre, por encima de
todo bien de la tierra, y que sepamos darnos cuenta que las cosas materiales no
son para acumularlas egoístamente, sino para compartirlas generosamente con
nuestros hermanos, por amor a Ti. Ayúdanos a no caer en el pecado de la
codicia, y danos la gracia de tener siempre la mirada puesta en tu Sagrado
Corazón, el bien más preciado que jamás alguien pueda conseguir. Amén”.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
Día siete: El amor a la Virgen.
“Querido Niño Jesús, Tú que en la Cruz nos diste a tu Mamá, la Virgen, como verdadera
Madre nuestra del Cielo, aumenta cada día nuestro amor hacia Ella, para que
todo lo que pensemos, deseemos y hagamos, se lo ofrezcamos a su Corazón
Inmaculado. Queremos amar a la
Virgen, que es nuestra Madre, con un amor infinito y puro, y
para eso Te pedimos que nos des el mismo Amor que tienes Tú en tu Sagrado
Corazón, ese Amor purísimo con el que Tú la amas desde siempre. Danos Tu Amor,
para amar a nuestra Madre del Cielo, la Virgen, con el mismo Amor tuyo. Amén”.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
Día ocho: El amor a la Cruz.
“Querido Divino Niño, Tú que amaste la Cruz desde el momento de Tu
Encarnación, y la llevaste todos los días desde tu niñez, hasta subir al
Calvario, danos un gran amor a la
Cruz, el único camino que lleva al Cielo. El camino de la Cruz es un camino estrecho,
en subida, difícil de recorrer, porque hay que renunciar a uno mismo, pero es
el único camino que conduce al Cielo. No permitas que nos desviemos del camino,
y que en vez de subir al Calvario, bajemos al mundo, por el ancho y espacioso
camino que conduce al infierno. Danos un gran amor a la Cruz, para nunca quejarnos de
ella, y para abrazarla cada día con amor, para seguirte en el camino del
Calvario, y desde allí, al cielo. Amén”.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
Día nueve: Amar a Jesús
en la Eucaristía.
“Querido Niño Jesús. Aleja de nosotros el amor del mundo,
que nos lleva a apartarnos de Ti; aleja de nosotros el pecado de malicia, el
preferir un partido de fútbol, un programa de televisión, un paseo, a Tu Amor,
donado para nosotros sin reservas en la Eucaristía, y haz que el Domingo, día de
precepto, sea para nosotros el día más importante y feliz de la semana, porque
Tú vienes a nuestro encuentro en la Santa
Misa, bajando desde el cielo hasta el altar eucarístico, para
quedarte luego en nuestros corazones por la comunión eucarística. Divino Niño,
danos siempre tu luz, para que no reemplacemos tu Amor infinito, donado en la Eucaristía, por las
distracciones del mundo. Haz que sintamos hambre y sed de Ti en la Eucaristía. Amén”.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
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