Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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jueves, 14 de abril de 2016

Catecismo para Niños de Primera Comunión - Lección 21 - El Espíritu Santo - Parte 2


         Catecismo para Niños de Primera Comunión[1] - Lección 21 - El Espíritu Santo - Parte 2 
Doctrina
¿Dónde está el Espíritu Santo? El Espíritu Santo está en todas partes, porque es Dios, pero habita de una manera particular en los justos.
¿Qué hace el Espíritu Santo en las almas de los justos? Santifica las almas de los justos y los colma de sus dones y frutos. El Espíritu Santo convierte a los cuerpos de los justos en su templo (cfr. 1 Cor 6, 9) y a sus corazones en un nido de luz y de amor, y en ellos reposa como Dulce Paloma.
¿Cómo nos santifica el Espíritu Santo? El Espíritu Santo nos santifica por medio de la gracia, las virtudes y de sus dones.
¿Cuántos son los dones del Espíritu Santo? Son siete:
1-Don de Sabiduría; 2-Don de Entendimiento o Inteligencia; 3-Don de Longanimidad o Consejo; 4-Don de Ciencia; 5-Don de Fortaleza; 6-Don de Piedad; 7-Don de Temor de Dios.
Los dones del Espíritu Santo (explicados para Niños) [2]:
-Sabiduría (1): ¿Vieron cuando hay una noche muy oscura, que no se ve nada, y de repente alguien enciende una luz y se puede ver todo? Bueno, la noche somos nosotros sin Dios; la luz encendida es el don de la Sabiduría, que nos da el Espíritu Santo. La Sabiduría es una luz enviada por Dios, que nos hace gustar y conocer no solo las cosas de Dios, sino a Dios mismo. Por el don de Sabiduría, podemos ver las cosas con la luz misma de Dios.
-Entendimiento o Inteligencia: (2) Si tenemos los ojos cerrados, no podemos ver la luz del día, y tampoco podemos leer lo que está escrito. El don de entendimiento es un don del Espíritu Santo que hace que podamos “abrir los ojos del alma” para comprender la Palabra de Dios. Es lo que les pasó a los discípulos de Emaús (Lc 24, 32): caminaban con Jesús, pero no lo reconocían, porque no tenían el don de la inteligencia. Cuando Jesús partió el pan, lo reconocieron, porque ahí les dio el don de inteligencia.
-Longanimidad o Consejo (3): Todos sabemos qué es “lo que está bien” y qué es “lo que está mal”, porque tenemos una vocecita dentro, que se llama conciencia, que nos habla de parte de Dios, pero hay veces que esa vocecita es muy débil. Por el don de consejo, el Espíritu Santo ilumina esta vocecita, que es la conciencia, para que veamos todavía mejor qué cosas están bien, y cuáles están mal. Por el don de consejo, adquirimos una “buena vista” interior (Mt 6, 22), para hacer siempre lo que agrada a Dios.
-Ciencia (4): ¡Qué linda es una mañana soleada! ¿A quién no le gusta el sol, y la luz del sol? ¿A quién no le gustan las montañas, el cielo azul, o el verde del campo, o las flores, los árboles y las plantas? ¿Y las mascotas? Por el don de ciencia, el Espíritu Santo nos hace gustar la Creación y nos hace ver que toda la Creación, que es tan hermosa, proviene del Amor de Dios. El don de ciencia nos hace ver que la hermosura de la Creación viene de la hermosura de Dios.
-Fortaleza (5): Alguna vez nos puede pasar que, si alguien nos llama, por ejemplo, nuestra mamá, en el apuro por llegar, corremos, y cuando corremos, nos podemos caer. También puede pasar que si rezamos en voz alta, alguien se ría y nos haga burlas por lo que hacemos. El don de la fortaleza es el don del Espíritu que sostiene la debilidad del alma, la cual sin su ayuda puede caer en el pecado. Además, nos da la fuerza misma de Dios para que recemos aunque se nos rían.
-Piedad (6): ¿Cómo tratamos a Dios en la oración? ¿De “memoria” o con el amor de un hijo? Por este don, el Espíritu Santo nos ayuda a que en la oración tratemos a Dios como Padre amoroso. Además, este don hace que le recemos a Dios no “de memoria”, sino con la ternura y el amor de un hijo, y nos hace ver que somos hijos de Dios y que todos los bautizados somos hermanos porque tenemos un mismo Padre celestial.
-Temor de Dios (7): Por este don, el Espíritu Santo hace que amemos a Dios por lo que Él es: un Dios todo bondad y amor, que sólo quiere el bien para nosotros. Como nuestros papás, pero mucho más. El temor de Dios no quiere decir que le tenemos que “tener miedo” a Dios: quiere decir que, como lo amamos tanto, de lo que tenemos miedo es de ofenderlo por el pecado. Por eso este don nos lleva no solo a no pecar, sino a amarlo y a adorarlo cada vez con más fuerzas.
Oración para pedir los dones del Espíritu Santo:¡Oh Dios Espíritu Santo! ¡Dame tus siete dones! ¡Quiero conocer y amar a Dios Uno y Trino como lo conoce y lo ama Jesús!”.
¿Cuántos son los frutos del Espíritu Santo? Son doce: caridad, paz, longanimidad, benignidad, fe, continencia, gozo, paciencia, bondad, mansedumbre, modestia y castidad.
¿A quiénes concede el Espíritu Santo sus dones? A los sencillos y humildes de corazón, porque estos se parecen a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Por el contrario, el Espíritu Santo no da sus dones a los soberbios y orgullosos, porque no puede habitar en ellos. El corazón del hombre puede ser como un nido de luz y de paz, cuando está en gracia, y así la Dulce Paloma del Espíritu Santo puede reposar y descansar en estos corazones, dándole sus dones. Pero cuando el corazón es oscuro y frío como una cueva en donde se refugian las alimañas –serpientes, víboras, escorpiones-, entonces allí no puede posarse el Espíritu Santo y no puede dar sus dones. Ahora bien, aun cuando el Espíritu Santo aparece en la Biblia bajo la figura de una paloma, o la del fuego, como en Pentecostés, hay que notar que Jesús nos enseña que el Espíritu Santo es una Persona -la Tercera Persona- de la Trinidad, distinta a las Personas del Padre y el Hijo (Mt 28, 19) Es decir, el Espíritu Santo no es “soplo o viento” o “energía” como dicen algunas sectas, sino una verdadera “Persona”, porque hace lo que corresponde a una Persona: “enseña”, “habla” y “da testimonio”. Y puesto que “hablar”, “enseñar” y “dar testimonio” son propiedades personales –o cosas que solo hace una persona-, por lo tanto, el Espíritu Santo es Persona. Lo podemos ver en estos textos: Jn 14, 26; Jn 16, 13 y Jn 15, 26.

Explicación:


Jesús nombra a unos pescadores como sus apóstoles: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. Ellos al instante dejaron las redes y lo siguieron” (Mt 4, 19-21), para que vayan a predicar la Buena Noticia por todo el mundo: “Id y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16, 15). Sin embargo, es sólo después de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, que los apóstoles no solo vencen el miedo, sino que adquieren la Fortaleza y la Sabiduría de Dios -entre los otros dones-, dados por el Espíritu Santo, para salir a predicar el Evangelio por todo el mundo.
Práctica: pensaré que, si vivo en gracia, mi cuerpo se convierte en “templo del Espíritu Santo” y mi corazón, por la gracia santificante, se convierte en nido de luz y de amor: así vendrá como Dulce Paloma, a reposar en él el Espíritu Santo, y como quiero que el Espíritu Santo no se vaya nunca de mi corazón, huiré siempre de las ocasiones de pecado.
Palabra de Dios: “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros?” (1 Cor 6, 9). “Los frutos del Espíritu Santo son: caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gál 5, 22). Sobre los dones, léase: Is 11, 2.
Ejercicios bíblicos: Jn 14, 17 y Hech 19, 2; Jn 16, 13.







[1] Adaptado de El Catecismo ilustrado, de P. BENJAMÍN SÁNCHEZ, Apostolado Mariano, Sevilla3 1997.
[2] http://infantesyjovenesadoradores.blogspot.com.ar/2010/03/los-dones-del-espiritu-santo-para-ninos.html

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