(Domingo XX – TO – CicloB - 2015)
Cuando Jesús les dice a los judíos que Él es “el Pan Vivo
bajado del cielo” y que “ese Pan que Él dará es su carne, para la vida del
mundo”, y que “su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida”, los
judíos no pueden entender de qué está hablando Jesús. Dicen: “¿Cómo puede
darnos a comer su carne y beber su sangre, si nosotros lo conocemos desde
chiquito, y aquí en el pueblo son conocidos por nosotros su mamá y su papá?”.
Dicen así porque no saben que Jesús está hablando de la
Eucaristía, porque es en la Eucaristía en donde nosotros comemos su Carne
resucitada y su Sangre glorificada.
La Eucaristía es verdadera comida y verdadera bebida, porque
es la Carne del Cordero de Dios y es la Sangre del Cordero de Dios, sólo que
bajo apariencia de pan y de vino.
Muchos pueden decir: pero si la Eucaristía es sólo un
pedacito de pan, ¿cómo puede ser verdadera comida y verdadera bebida? Puede
serlo, porque es la Carne del Cordero de Dios y es la Sangre del Cordero de
Dios.
¿Es importante alimentarse de la Eucaristía? ¿Da lo mismo
nutrirse de la Eucaristía a no hacerlo? Es importante alimentarse de la
Eucaristía, y no da lo mismo nutrirse de la Eucaristía a no hacerlo: el que se
alimenta de la Eucaristía, tiene la salvación de Dios y la vida de Dios; el que
no se alimenta de la Eucaristía, no tiene ni la salvación de Dios ni su vida.
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