Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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sábado, 2 de mayo de 2015

Catecismo para Niños de Primera Comunión - Lección 4 – Dios Creador del Cielo

Catecismo para Niños de Primera Comunión[1]
Lección 4 – Dios Creador del Cielo
Doctrina
¿Quiénes son los ángeles? Los ángeles son espíritus puros, esto es, seres sin cuerpo, que tienen entendimiento y voluntad. Quiere decir que no tienen cuerpo material como nosotros; son espíritus puros, dotados de capacidad de entender –inteligencia- y de amar –voluntad-. Su inteligencia es muy superior a la de los hombres.
¿Para qué ha creado Dios los ángeles? Dios los ha creado para que lo conozcan, lo alaben, lo adoren, le obedezcan y sean felices en el cielo. Al igual que el hombre, el ángel sólo encuentra su felicidad conociendo, amando y sirviendo a Dios; sino hace esto, se vuelve sumamente infeliz.
¿En qué estado creó Dios a los ángeles? Dios los creó en estado de gracia, y fueron sometidos a una prueba, para que decidieran, libremente, si querían amar y servir a Dios, o si preferían rebelarse contra Él. Muchos ángeles, la gran mayoría, eligieron libremente amar y servir a Dios, y son los que, en el cielo, y para siempre, se alegran ante la Presencia de Dios, amándolo y adorándolo sin cesar. Pero muchos otros, también libremente, decidieron rebelarse contra Dios, llevados por su soberbia y por su odio, y así fueron apartados de la Presencia de Dios para siempre. Los ángeles que desobedecieron a Dios y fueron condenados al infierno, se llaman “demonios”, y nunca más podrán regresar al cielo. El jefe de los ángeles rebeldes o apóstatas es Luzbel, llamado también Satanás, el enemigo malo que siembra el mal (Mt 13, 28). Tanto Satanás como los demás ángeles rebeldes, “fueron creados buenos por Dios, pero se hicieron malos por su propia culpa” (Conc. IV de Letrán). El Jefe de la Milicia celestial, que expulsó al demonio del cielo, es San Miguel Arcángel, cuyo nombre significa: “¿Quién como Dios?”. Fue San Miguel quien, con el poder de Dios, hizo precipitar al demonio y al resto de los ángeles malignos a la tierra, los cuales cayeron como un rayo, tal como lo dice Jesús: “Vi a Satanás caer como un rayo” (Lc 10, 18).
¿Quién es el Ángel de la Guarda? Es el que Dios nos da a cada uno para que nos guarde en la tierra y nos guíe hacia el cielo. El Ángel de la Guarda tiene por tarea custodiarnos de los peligros terrenos y para eso debemos invocarlo con confianza, pero su principal tarea, es la de librarnos de los males del espíritu, como es el desconocimiento y el desamor a Jesucristo. Por eso, la tarea más importante del Ángel de la Guarda encomendada por Dios, es la de hacernos conocer a Jesús y también a la Virgen, su Madre, para que conociendo y amando a nuestro Redentor y a nuestra Madre del cielo, salvemos nuestras almas.
         Explicación
         La Biblia comienza diciendo: “Dios creó los cielos y la tierra” (Gn 1, 1). Esto quiere decir que Dios es el creador de todas las cosas materiales o visibles de este mundo y también de las espirituales como los ángeles.


         En la lámina vemos a San Miguel Arcángel con la espada en la mano, venciendo al Demonio y arrojándolo a él, junto con los demás ángeles apóstatas, al fuego del infierno. Como dijimos, luego de la “lucha que se entabló en el cielo” el demonio y los ángeles apóstatas fueron arrojados del cielo a la tierra, cayendo “como un rayo” (cfr. Lc 10, 18). El pecado del Demonio fue el orgullo, puesto que, por su soberbia y también por su envidia, no quiso adorar a Dios hecho hombre. “Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno” (2 Pe 2, 4). El demonio no quiso adorar a Dios Hijo hecho Hombre sin dejar de ser Dios y esto lo llevó a ser expulsado del cielo para siempre, junto a los demás ángeles rebeldes.
         Los ángeles buenos, en cambio, vieron premiada su fidelidad con la posesión de Dios y del cielo. Los malos, desde el infierno, hacen guerra desde entonces, a Dios y a los hombres, procurando con sus tentaciones que pequen y se condenen.


         En esta otra imagen, vemos a un ángel que cuida a un niño; es el ángel denominado “de la Guarda” o “ángel guardián”. Es doctrina católica que cada hombre tiene un ángel custodio que le protege.


         En esta foto vemos al Ángel de Portugal, dando la comunión a los Pastorcitos de Fátima: cada nación, cada ciudad, tiene también su ángel custodio. Cuando el Ángel se les apareció a los Pastorcitos en Fátima, les dijo que él era “el Ángel de la paz, el Ángel de Portugal”. Nuestra Patria Argentina, por lo tanto, también tiene su Ángel Custodio, el Ángel de Argentina, y a él hay que rezarle, pidiéndole por la Patria y por sus habitantes.
         La Biblia nos habla de los “ángeles de los niños” (Mt 18, 10) y de los “enviados en favor de los que deben ser herederos de la salvación” y lo somos todos (Heb 1, 14).
         También la Biblia nos habla muchas veces de cómo Dios se sirvió de los ángeles: en el Paraíso terrenal un ángel malo se valió de la serpiente para tentar a Eva (Gn 3ss) y un ángel bueno con una espada de fuego los expulsó del paraíso. Un ángel detuvo el brazo de Abraham cuando iba a sacrificar a su hijo Isaac; el arcángel San Rafael acompañó a Tobías; San Gabriel anunció a la Virgen María que iba a ser la Madre de Dios, etc.
         Los ángeles buenos se hallan en el cielo distribuidos en nueve jerarquías o grupos: Ángeles, Arcángeles, Querubines, Serafines, Tronos, Potestades, Virtudes, Dominaciones y Principados. También los ángeles caídos conservan la misma jerarquía en el infierno.
Práctica: Amaré a mi Ángel de la Guarda, le invocaré devotamente todos los días, seguiré fielmente sus avisos y pensaré que en todas partes me está viendo.
         Palabra de Dios: “Porque a sus ángeles te encomendó, para que te guarden en todos tus caminos” (Sal 91, 11). El número de los ángeles es incalculable: “Y le servían millares de millares y le asistían millones de millones” (Dn 7, 10).
         Ejercicios Bíblicos: Ap 5, 11; 2 Pe 2, 11; Jn 8, 44; Sant 4, 7.




[1] Adaptado de El Catecismo ilustrado, de P. Benjamín Sánchez, Apostolado Mariano, Sevilla 3 1997.

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